MORELIA, Mich., 15 de julio de 2020.- Las grandes plataformas que permiten las interacciones digitales entre particulares representan el reto de garantizar el ejercicio de los derechos como la información y la expresión, por el uso de sistemas algorítmicos para evaluar los contenidos intercambiados o publicados, señaló Adrián Palma Ortigoza, académico adscrito a la Universidad de Sevilla.

Durante la realización del foro Los Derechos Digitales en la Era de la Inteligencia Artificial, realizado por el Instituto Michoacano de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Imaip), Adrián Palma explicó que en las grandes plataformas digitales, como YouTube, “los particulares ejercen derechos y estos pueden, a su vez, afectar los derechos de terceros”.

Para evitar estas situaciones, las plataformas regulan los contenidos disponibles, pero lo hacen a través, no de agentes humanos, sino de algoritmos y sistemas automatizados que verifican si los materiales se apegan o no a las normas y, de ser preciso, los desechan.

Señaló que “es el caso del derecho a la expresión de un sujeto que desea publicar una nota sobre la guerra en Siria, material es revisado por un algoritmo; si detecta que hay contenido que incita al terrorismo, no permitirá su publicación, al ser incitador al odio”.

Así ocurre con los materiales donde se identifica el plagio de imágenes, música y otros, que atenta contra los derechos de autor.

“No es que haya jueces, sino sistemas algorítmicos, y esto no sólo aplica para la selección de los materiales permitidos, sino para la publicidad que vemos, los materiales que se nos ofertan, las noticias que vemos, entre otros”.

“Por ejemplo, es un algoritmo el que en Tinder elige cuáles perfiles podemos ver y cuáles perfiles nos pueden ver; esto llevaría eventualmente a que el libre desarrollo en la toma de decisiones es mediado por algoritmos”, reiteró Palma Ortigoza.

No es, entonces, el riesgo de una catástrofe provocada por una máquina cuya inteligencia supera a la humana, sino la descarga creciente de la decisión de los materiales y contenidos a que tenemos acceso en nuestras actividades cotidianas en sistemas automatizados, lo que exhibe la necesidad de asegurar que la creación y aplicación de los mismos sean beneficiosos para las personas.

“Vamos a hacer que las inteligencias artificiales sean útiles, y parte de eso es tener normas y leyes que aseguren derechos, como la intervención humana en decisiones plenamente automatizadas que generen efectos significativos, protección de datos privilegiados y explicación clara y detallada de las reglas para la publicación de materiales, que los particulares sepan con precisión qué cosas no se les permitirá publicar o compartir”, indicó el académico de la Universidad de Sevilla.