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TURICATO, Mich., 17 de abril de 2022.- Tensa calma vive la Ermita de la Nueva Jerusalén, con la difícil coexistencia de distintos grupos de interés y poder, ante la mermada centralidad del así llamado obispo Martín de Tours, heredero cuestionado desde el principio, del legado de Nabor Cárdenas Mejorada, Papá Nabor, fundador medio siglo atrás de esta comunidad sectaria instalada en tierras áridas, vecinas del ingenio de Pedernales.
No obstante, durante la fenecida Semana Santa fluyeron cientos de peregrinos, provenientes tanto del interior del estado, como de otros del Sur y de la capital del país, adoradores todos de la Virgen del Rosario, la que mantendría una fluida comunicación con los líderes religiosos, a decir suyo, tal y como lo presumiera el jerarca fundador.
En calles y banquetas se instaló una vendimia variopinta, así como decenas de tiendas de campaña para resguardo de los visitantes que no alcanzan a percibir la división de la jerarquía de este culto, la que podría estallar al cambio de Encargado del Orden, o al cambio de los comités del agua o el comercio, o de otros cargos propios de la organización social y religiosa, que los grupos se disputan soterradamente.
Habría que recordar que fue 10 años atrás, en 2012, cuando por orden directa de la Virgen del Rosario, mediante revelación dada a conocer a las 5 horas, que dos escuelas de educación pública fueron derribadas a marro, pico y pala, por el grupo tradicionalista de adoradores del culto virginal, desatándose un abierto conflicto con el grupo de los independientes, también llamados “turbados”, en boca de los primeros.
Aquel episodio que estuvo a punto de hacer correr la sangre al río se superó, y actualmente, al plantel preescolar y la escuela primaria, entonces derruidos, se ha sumado el telebachillerato, al tiempo que se percibe que los adeptos menos fanatizados con la virgen de rostro iracundo, van aceptando la necesidad de separar la educación y la administración comunitaria de la vida religiosa, tanto como se perciben los intentos de los tradicionales para recuperar lo perdido ante laicos y dos facciones de religiosos.
En casi 50 años de la ermita fundada en 1973, los conflictos no han cesado, y han pasado por expulsiones como las de 1982 y 1986; rupturas que han escindido a cuando menos una fracción que conformó su propia colonia, separando también la infraestructura religiosa en dos bandos; hasta que la jerarquía quiso expulsar a los actuales independientes, quienes se resistieron a salir invocando su derecho por nacimiento en el lugar a donde sus padres habían llegado a vivir la utopía virginal, bajo reglas importadas de una lejana edad media europea.
Esbozo de un culto
A petición de la venerada Virgen del Rosario que se habría “encarnado en su cuadro”, el culto fue instituido en 1973 por los extintos jerarcas María Salomé y Papá Nabor, a cuya muerte se abrieron las grietas de una fe basada en supuesta comunicación fluida con la virgen cuya voluntad sería salvar al mundo, hoy bajo el “dominio maniático del diablo”.
En un pequeño libro titulado La Virgen María en la Tierra en estos Últimos Tiempos, se registra el fundamento y la dinámica del culto de esta secta apocalíptica de orientación cristiana. Se trata de una edición que narra las sucesivas revelaciones que le fueron dando sentido a la agrupación y a su misión en este mundo perdido en “el orgullo de las delicias mundanas”, al que solo los justos y puros de pecado, albergados en la ermita, podrían salvar.
Como toda secta, la de la ermita ha secuestrado la personalidad de los que viven en ella; y los mantiene ocupados en una ritualidad de 24 horas que le ha facilitado a Martín de Tours y a su séquito, el control, desde donde apunta a los independientes, tanto laicos como religiosos, que no serían más que instrumentos del mismísimo demonio que pelea desde el interior de la comunidad santa.
Por ello también, los años de pujanza de la secta quedaron atrás, de hecho, desde la muerte del jerarca, cuyo liderazgo carismático fue capaz de consolidar y mantener cierta unidad en su grey, pero no pudo heredar carisma, sino que más bien dejó abierta desde entonces, la puerta de la ruptura.
Como quiera, no debe quitarse el ojo público de esta secta que apareció a principios de los setentas, años del surgimiento de muchas organizaciones sectarias, en paralelo a movimientos sociales que expresaban su inconformidad con una época, con los centros religiosos, urbanos, institucionales, con la sociedad prostituida por el consumo. Y es que si bien la agrupación ha disminuido su fuerza, no está exenta del conflicto, sino que, por el contario, está latente y amenaza con desbordarse en las semanas por venir, de no contar con una mediación oportuna.