MORELIA, Mich., 1 de septiembre del 2016.- Desesperada porque el niño no entendía que no debía comerse la ofrenda a la Santa Muerte, lo mordió en la barbilla y el chamorro. También le pegaba y lo ataba de pies y manos por miedo a ser castigada por su santa, según información presentada como dato de prueba en la audiencia.

La madrastra y presunta responsable del homicidio de un menor de cinco años en la colonia Ricardo Flores Magón, habría declarado ante las autoridades que durante las semanas previas al acontecimiento, ataba de pies y manos a Julio César C. R., cuando se iba a trabajar.

El ahora occiso pasaba hasta tres días en el abandono, con un poco de comida que le dejaba la imputada, aunque no siempre le dejaba.

Encerrado en un cuarto con dos camas, una cubeta, una silla y un buró, donde estaba la imagen de la Santa Muerte y junto a ella la ofrenda, que devoraba presa del hambre, el niño pasaba los días a la espera del regreso de la mujer, a la que llamaba madre. Así, llegó el día de su muerte.

Víctima de desnutrición, falleció de neumonía infecciosa y policontundido, según arrojó la necropsia.

Julio César C. R., desde hace dos años estaba al cuidado de su madrastra, pues su padre había sido recluido en el penal Mil Cumbres, acusado de haber asesinado a un policía.

El pequeño no conoció a su madre biológica: esta lo abandonó al poco tiempo de haberlo dado a luz, por lo que su padre, del mismo nombre, se hizo cargo de él y lo llevó a formar una familia con Alejandra R. V., a quien siempre vio y trató con el amor que solo un niño da a su madre.

Alejandra R. V., por su parte llegó al matrimonio con un hijo de una relación anterior, sin embargo, al poco tiempo su ex pareja le quitó la custodia del hijo de ambos, dedicándose desde entonces exclusivamente al cuidado del ahora occiso.

El ritmo de la familia parecía normal, hasta que el padre fue ingresado al penal y dejó a su menor hijo a la buena de Dios y de Alejandra.

En el tiempo transcurrido, desde entonces, la imputada recorrió tres domicilios, siempre llevando consigo a Julio César C. R., y se quedó en casas cercanas a la familia de su pareja, hasta que esta le informó sus sospechas de estar embarazada.

Ante la noticia, el padre del occiso la agredió y le exigió se fuera de donde vivía, un domicilio cercano al de la que fuera su suegra. Alejandra R. V. respondió al rechazo llevándose el niño y con la advertencia de que jamás le iba a permitir verlo.

Fue así que la presunta se salió de la casa y se fue a vivir al número 59 de la calle de Tlacotepec, lugar de los hechos.

El día del acontecimiento

Alejandra R. V. se preparó para irse a su trabajo, le preguntó entonces al menor: ¿Estás bien?, a lo que respondió que sí. Entonces, lo ató por las muñecas y con las manos hacia atrás, lo mismo que los pies por los tobillos, para luego irse pasadas las 13:00 horas.

Al terminar su jornada volvió a casa, pasó al baño, le gritó al menor y al ver que no respondía fue a verlo, pero este yacía sobre el piso de la habitación. Estaba frío y ya sin signos vitales.

Acto seguido, la presunta responsable llamó a su madre y le pidió fuera hasta donde ella estaba, luego fueron a ver a su hermano y finalmente llamaron a los médicos, los que dieron el reporte a las autoridades.

Al arribo de los paramédicos, Alejandra R. V. preguntó: ¿Esta muerto…? ¿Son muchos años de cárcel…? Los médicos le respondieron: No sé de eso señora, pero muévase para allá, hay que llamarle a las autoridades, respondió el rescatista.

Luego llegaron los agentes del orden y la imputada fue remitida ante el Ministerio Público a rendir declaración, lo mismo que su madre.

La noche de este jueves, el juez, Juan Salvador Alonso Mejía, dictó su vinculación a proceso por homicidio calificado y su prisión preventiva en el penal de Mil Cumbres, desde donde enfrentará los cargos.

Explicó el juez a la defensa de la imputada que había indicios de que había dolo en el homicidio, no obstante de que se alegaba lo contrario.

La parte acusadora pidió un plazo de cuatro meses para las investigaciones, para recaudar la información que les permita probar que hubo tortura a la víctima.