MORELIA, Mich., 14 de enero de 2020.- Michoacán es el estado en México que emite mayores cantidades de dióxido de azufre a la atmósfera, así como uno de los principales generadores de dióxido de carbono, gases de efecto invernadero que contribuyen al deterioro de la calidad del aire, afirmó Alejandra Blanco Macías, especialista en impacto ambiental.

Previo a la conferencia Año 2100: Perspectivas, Retos y Herramientas para lograr la Supervivencia de la Vida en el Planeta, ofrecida a estudiantes de la Universidad de Morelia (UdeM), Blanco Macías explicó que, pese a que Michoacán no se cuenta entre las entidades con mayor desarrollo industrial del país, es el primer productor a escala nacional de dióxido de azufre.

Además, se ubica entre los estados con una mayor generación de dióxido de carbono, inclusive superior a Ciudad de México, pese a que Michoacán cuenta con una población por alrededor de 4 millones de habitantes, frente a 20 millones de personas que radican en la capital mexicana.

Destacó que son el cambio ilegal de uso de suelo forestal para producir aguacate, la industria metalúrgica y la falta de programas como Hoy no Circula, para reducir la contaminación por fuentes móviles, los factores que inciden en la situación ambiental del estado.

“Somos más contaminantes que estados con más industria y más población, y eso nos habla de ineficiencia en políticas públicas y desinterés de los ciudadanos por detener el daño a la naturaleza”, señaló Alejandra Blanco.

Mencionó que un estudio de impacto ambiental se paga en Michoacán en un monto que oscila entre 10 mil y 100 mil pesos, en tanto que en Ciudad de México su coste fluctúa de uno a 3 millones de pesos, una diferencia que obedece a la laxitud con que se llevan a cabo estos análisis en la entidad y a la no aplicación de las medidas de mitigación propuestas en el manifiesto de impacto ambiental.

A cerca de cinco décadas de la identificación del cambio climático, en México sólo tres de cada 10 personas se interesa por el cuidado de los ecosistemas y asume medidas para su preservación, además que hasta el 90 por ciento de los residuos sólidos generados en el país son basura, situaciones que se replican en el caso de Michoacán.

“Necesitamos que por lo menos el 50 por ciento de las personas adopte iniciativas de cuidado del medio ambiente para que éstas tengan un efecto; de lo contrario, la humanidad está en riesgo de enfrentar una grave crisis que comprometería la vida en el planeta”, alertó la especialista.

La vida en la Tierra, 20 años para luchar por su conservación

Alejandra Blanco expuso que es urgente que ante las señales de deterioro, que excede  su capacidad de regeneración de la naturaleza, se implementen acciones desde lo local para tener un impacto global.

“Estamos ante la posibilidad de una grave crisis ambiental hacia 2050 que podría llevar a una extinción masiva de especies antes de 2100, entre las que la humanidad se contaría”, indicó.

Las actividades efectuadas en los siguientes 20 años serán determinantes para avanzar hacia la sustentabilidad de las poblaciones humanas o definir su desaparición, por lo que llamó a la adopción de modelos de producción y consumo menos agresivos con la naturaleza.

Aunado a ello, a asumir prácticas que desde lo individual parecieran no tener impacto, pero que al sumarse como esfuerzos pueden llevar a resultados favorables.

Entre éstas, la no producción de basura, por el aprovechamiento de todos los residuos sólidos para su reciclaje, reuso o composteo, y el consumo responsable, que implica la adquisición de bienes y servicios con menores generación de basura y gasto de recursos naturales.

Otras propuestas son la reducción en la ingesta de lácteos y cárnicos, para mitigar el daño ocasionado por la conversión de suelos forestales en pastizales para el ganado y la emisión de metano a la atmósfera, así como el uso de transporte alternativo, que no precise del uso de combustibles fósiles.

“Hay muchas cosas que las personas podemos hacer para combatir el cambio climático, pero tenemos que hacerlas ya; el daño que vemos ahora corresponde a lasañas prácticas de 20 a 50 años atrás y empezó en lo local, de la misma manera, la remediación tiene que comenzar por los individuos, después por las regiones y, finalmente, a escala global”, manifestó.