MORELIA, Mich., 27 de septiembre de 2016.- Un total de 18 agresiones violentas, homicidios y desapariciones, ha experimentado la Iglesia católica entre 2012 y 2016 en México, dio a conocer el Centro Católico Multimedial (CCM) en su reporte parcial correspondiente a 2016; el hallazgo del cuerpo del sacerdote José Alfredo López Guillén, en Janamuato, municipio de Puruándiro, en Michoacán, eleva esta cifra a 19 incidentes en el período de referencia.

El CCM consigna en su informe la información en torno de sacerdotes, religiosos y laicos que han perdido la vida o desaparecido en México;  el documento expone que el país es por séptimo año consecutivo considerado el más peligroso para el sacerdocio católico en América Latina.

Las agresiones registradas consisten en 14 homicidios, de los cuales uno se concretó en Michoacán, donde la víctima fuera Víctor Manuel Diosdado Ríos, perteneciente a la diócesis de Apatzingán, quien pereciera el 7 de junio de 2012.

Asimismo, López Guillén, desparecido el 19 de septiembre de 2016 y ubicado muerto por herida de bala el domingo 25 del mismo mes, en las inmediaciones de Puruándiro; este caso no se integró en el reporte, debido a que fue publicado previo al hallazgo del cuerpo de José Alfredo López, con lo que el saldo al mes de septiembre ascendió a 15 homicidios conocidos.

Otros estados afectados por el asesinato de sacerdotes católicos fueron  Guerrero y Veracruz, con cuatro presbíteros fallecidos; Estado de México, con dos víctimas, y Colima, Baja California y Guanajuato, una cada entidad.

Además de Diosdado Ríos, de quien no se especifica la causa de la muerte, y López Guillén, muerto por herida de bala, en 2013, falleció en Colima José Flores Preciado, en un presunto robo, por causa de los golpes que le propinaron sus atacantes; en Baja California, Ignacio Cortez Álvarez, en un robo con violencia; en Veracruz, Hipólito Villalobos Lima y Nicolás de la Cruz Martínez, y en Guerrero, Joel Román Salazar, tras ser intencionalmente despeñado en su automóvil.

El reporte agregó que en 2014 pereció el misionero de origen ugandés John Ssenyondo, en Guerrero, quien fuera ubicado en una fosa común en la localidad de Cocula, así como José Ascención Acuña Osorio, cuyos restos aparecieron en el río Balsas.

Además, Rolando Martínez Lara, en Estado de México, en un robo a parroquia, y Gregorio López Gorostieta, también en Guerrero, encontrado con el tiro de gracia y asfixiado.

Para 2015, en Guanajuato fue asesinado Francisco Javier Gutiérrez Díaz, por herida de bala, e Israel Garrido Omaña, en Estado de México, por la misma causa.

En 2016 Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Juárez de la Cruz, en Veracruz, fueron localizados heridos de bala y con huellas de tortura.

“México sigue siendo peligroso para el ejercicio sacerdotal. Es necesario señalar que los miembros de la Iglesia no tienen conflicto con los grupos que están cometiendo ilícitos en el país. No obstante, existen sectores de la sociedad, que aprovechan la efervescencia de la violencia y se muestran insolentes contra los religiosos en entidades como Chiapas, Tabasco, Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México, Jalisco, Nayarit, Veracruz, San Luis Potosí, Colima, Culiacán, Tabasco, Michoacán, Guerrero y Tamaulipas”, refirió el CCM en su reporte parcial.

No sólo asesinados, sino también desaparecidos se cuentan entre los sacerdotes católicos en México, con un total de dos casos, el de Santiago Álvarez, perteneciente a la diócesis de Zamora, quien desapareció en 2012, y Carlos Ornelas Puga, perteneciente a la diócesis de Ciudad Victoria, en Tamaulipas, quien desapareció en 2013.