ZAMORA, Mich., 4 de junio de 2018.- El muchacho casi se quiebra.

Los ojos se le comienzan a humedecer y la voz a entrecortar.

Se llama Mario César, uno de los cientos de hijos de Mamá Rosa.

Al igual que un medio centenar de sus “hermanos”, Mario César hace guardia a las puertas de lo que fue el viejo albergue de Mamá Rosa, La Gran Familia

Una media docena de coronas y ramos yacen junto al viejo y oxidado portón, que antaño vio entrar y salir a decenas de huérfanos que estaban al resguardo de la emblemática mujer.

A un lado, pegada a la malla ciclónica, una lámina de ignominia que muestra el despojo de la SEIDO y cita a la letra: Inmueble Asegurado. A.P. PGR/SEIDO UEITMPO 193/2014.

“Fue una buena madre”, asegura Mario César, quien llegó a la casa hogar a la edad de 11 años.

Ahí duró 15. Aprendió el oficio de la electricidad, a tocar un instrumento musical, pero lo que más reconoce es que Mamá Rosa le enseñó a leer y a escribir.

La de Mario César es solo una de cientos, quizá miles de historias que Mamá Rosa construyó a lo largo de más de 60 años de dedicar su tiempo al cuidado de niños huérfanos, abandonados o desamparados.

“No importa lo que digan ni lo que piensen. Ella siempre fue y será nuestra madre”, defiende.

Recuerda que Mamá Rosa empezó a cuidar niños desde que tenía 13 años. Empezó en un pequeño cuarto, allá por donde se encuentra la zona militar.

Rosa del Carmen Verduzco Verduzco, Mamá Rosa o La Jefa, murió este pasado domingo por la tarde en la Ciudad de México. Tenía 83 años y su deceso fue a consecuencia de padecimientos crónicos.

Mamá Rosa vivió los últimos años de su vida en el ostracismo, lejos de todos.

Vivió en las penumbras aplicadas por la justicia mexicana, esa que se hizo occisa durante 60 años, mientras Mamá Rosa hacía las labores que las instituciones gubernamentales de atención a desamparados dejaron de lado en esta zona.

La justicia fue bestial, estricta a más no poder. No hubo concesión para Rosa Verduzco, salvada de pisar cárcel, merced a su edad y deplorable condición física.

Por qué no, también a la intervención de políticos que vieron, más que el yerro, el altruismo de la mujer.

Hija de terrateniente, Mamá Rosa hizo del cuidado de sus semejantes su ideal, su sueño, sin afán de lucro.

Fueron cerca de 5 mil los “hijos” que creo en las entrañas de La Gran Familia.

A muchos de ellos les instruyó en la música, en las artes, en las letras. Hay quienes, incluso, lograron salvar la carrera universitaria.

Mamá Rosa mantuvo, siempre, la convicción de hacer de sus “hijos” personas de bien, de bien para ellos y para la sociedad.

El albergue fue desmantelado en junio de 2014, tras la irrupción de fuerzas federales y estatales que atendieron una denuncia de abuso y vejaciones contra los habitantes del refugio.

Durante ese operativo, 596 personas fueron rescatadas: 278 niños, 174 niñas y 138 adultos de entre 18 y 40 años.

Hoy, muchos de ellos regresaron al viejo hogar.

Ahí están, con lágrimas en los ojos.

Se aprestan para montar guardia en memoria de Rosa del Carmen Verduzco, quien será objeto de una misa este martes, por la noche.

Ahí están para demostrar el amor y cariño a quien les guío y enseñó a enfrentar la vida.

“Eres la mejor mamá, la número 1”, cita una cartulina pegada en el portón, resguardado por tres elementos de seguridad pública.

Atrás de ella, aún en pie, un viejo tablero de básquetbol, cuya leyenda de al lado hace referencia a la mística del albergue: Familia Que Educa Para La Vida. 

También a sus ejes: Alegría, Unión y Trabajo.

Hoy, el primero de ellos está ausente en los hijos de Mamá Rosa.