La pelea de tres padres de familia contra el cáncer de sus hijos

MORELIA, Mich., 27 de mayo de 2022.- Las horas de espera. Las noches en vela. Los años que corren como instantes, que se alargan sobre el filo de la angustia. En la vorágine que el cáncer infantil lleva a las familias, la constante es la variación, el cambio, la incertidumbre.

Katia, madre de Emiliano y empleada en una estación gasolinera, lo tiene en cierto. A los seis meses de edad, Emiliano inició su lucha contra el hepatoblastoma, y, a su lado, su madre, padre y hermano iniciaron una lucha contra las imposibilidades.

“Hace un año que está en vigilancia, pero el proceso ha sido durísimo, nos tocó la parte donde nos negaban las quimioterapias, con tratamientos muy caros y que no estaban disponibles en el estado, teníamos que ir a Guadalajara o a Ciudad de México, donde estuviera el medicamento, al precio que se ofertara”, explicó.  

Quimioterapias de hasta 16 mil pesos, la familia debió deshacerse de casa, coche y bienes muebles, pedir un préstamo sobre otro, y solicitar la ayuda de sus seres queridos, quienes también consumieron sus posesiones en una carrera para tratar de mantener a salvo al pequeño paciente, de ahora tres años.

“En esos momentos, no piensas en los intereses, lo único que tienes en mente es que, al costo que sea, quieres ver a tu hijo bien… vendimos todo lo que teníamos, mi esposo hacía dobles y triples turnos y mi hijo mayor estuvo un año sin ir a la escuela, porque cada peso que conseguíamos se iba a los tratamientos de su hermanito”, agregó.

La historia se replica en bucle infinito. La leucemia mieloide aguda puso en jaque desde hace dos años y medio la vida de Fabiola Flores, de ocupación docente, cuando su pequeño fue diagnosticado con este mal.

Ahora se encuentra estable, pero los meses precedentes fueron “una lucha tormentosa” donde lo que imperó fueron los momentos de incertidumbre, en los que “nosotros rogamos por un día más”.

El ingreso que recibe Fabiola es el sustento de su familia, ya que su esposo se encuentra desempleado y se dedica principalmente al cuidado del menor.

Los familiares les apoyan con rifas, ya que los tratamientos deben ser aplicados en Ciudad de México, donde debieron residir durante dos años, para, a su regreso a Morelia, llevar a cabo dos visitas mensuales.

A sus 10 años, Luis le ha dado batalla al linfoma de Hodking, y ahora está en una fase de remisión, aseveró Alfonso Zaragoza, mecánico y padre del pequeño paciente.

Las neoplasias o tumores van y vienen, explicó, por lo que, aunque Luis se encuentra estable, no se puede descuidar la pelea, no se deben bajar los brazos aún.

El trabajo de Alfonso ha permitido a la familia solventar sus gastos básicos, pero “no da pa’ tanto”, las exigencias de los tratamientos absorben la mayor parte de los recursos generados.

“No hay esfuerzo que pese hacer, si es para que nuestro hijo esté bien”, aseguró Alfonso.

Y es que, coincidieron los padres de familia, no hay dinero que alcance cuando el cáncer toca a la puerta. Menos aún cuando llega en forma de una enfermedad que amenaza a los más chiquitos.

Para Katia, Fabiola y Alfonso, la guerra no ha sido ganada. Han corrido contra la muerte, para luchar por sus hijos, y han conquistado cada día de sus vidas, pero aún falta mantener a raya al enemigo insidioso y reconstruir el entorno familiar, el espacio seguro donde sus pequeños crecerán y se desarrollarán. Porque ellos así lo han peleado.