MORELIA, Mich., 15 de septiembre de 2017.- En las cercanías del Centro Histórico, cerca de la calle Cuautla, el tráfico estaba reducido. Para las nueve de la noche, la complicación venía por la calle Santiago Tapia al llegar a la altura de el teatro Samuel Ramos, sin embargo tampoco era para tanto.

“No joven, dos cuadras más para allá hasta Miguel Silva”, le decían unos policías a un joven que preguntaba por dónde podría atravesar hacia el Centro. Otros se molestaban por lo tedioso del operativo, “así es la ley mijo, hay que aguantarse”, pedía un oficial a uno de tres jóvenes que querían pasar ya.

La policía cumplía su misión ante la molestia de algunos ciudadanos que tenían que trasladarse más allá; “¡de ese tamaño es su miedo güeyes!” les gritaban a los guardianes del orden.

“Pléguense, una sola fila”, repetía una y otra vez una oficial de la Policía Municipal a los que iban llegando al control de acceso, y mientras la fila de los 100 metros esperaba poder ingresar, decenas de comerciantes ofertaban playeras de mariachis y distinta parafernalia con motivos de las fechas patrias, “¡a 10 pesitos, a 10 pesitos!” se escuchaba constantemente entre la multitud.

Después se hicieron dos filas; una de hombres y otra de mujeres, algo que facilitó la entrada a la zona restringida del Centro Histórico de la capital michoacana.

Pero no paraba ahí, una fila de aproximadamente 20 cadetes varones pasaban ‘bascula’ a los que iban entrando, y lo mismo ocurría con las mujeres, que eran bolseadas por un contingente parecido de mujeres cadetes. Todo esto a la altura de la calle Serapio Rendón esquina con la avenida Madero, y apenas eran las nueve y media de la noche.