Entre espinas y rosales de colores caprichosos: el arte ser florista

MORELIA, Mich., 24 de febrero de 2022.- Pese a que la panadería es un oficio que permite llevar un vida digna, Raúl Cortés eligió la herencia de su madre: aprender el arte de la floristería; hoy cuenta con más de 50 años en este colorido oficio, en el mercado San Juan.
Con melancolía recordó que llegó al mercado hace 56 años, siendo un niño, jugando a las canicas en el patio de este popular mercado, entre los niños hijos de otros comerciantes, y como él, vio crecer el mercado y también crecer el número de locales dedicados a la floristería.
Apuntando con el dedo, escarba en sus memorias: “donde ves que ahora hay ropa era patio de tierra; en ese lugar jugaba canicas… llegué aquí cuando inauguraron el mercado”, dice, mientras lee la placa en el acceso, “1965”.
Desde la perspectiva de Raúl Cortés Vera, patriarca de la familia, para aprender el manejo de la flor y explorar en el ingenio no hay como practicar.
“Mi trabajo era de panadero, pero elegí dedicarme a la flor porque viene de herencia familiar por parte de mi madre; hay personas que vienen a preparar a los floristas, pero vale más la práctica, así se aprende y se actualiza”, agregó.
En los 56 años de servicio a los morelianos en el acceso al mercado, refirió, el consumo del ciudadano promedio no ha cambiado. Quienes acuden a los mercados buscan lo mismo, la misma flor con algunas variedades mínimas incluidas el nombre, solo las formas cambian, pero no necesariamente para bien.
“Hace años se hacían ramos muy complicados, muy delicados y bonitos, hoy la mayoría busca algo sencillo, un bouquet como le llaman, con 15 o 20 flores, de mano; es lo que llevan”, agregó Cortés Vera.
Actualmente la tradición se la heredó a sus hijos y nietos, quienes junto a él trabajan diariamente entre espinas y rosales de colores caprichosos, solidarios amarillos y concadores que embargan con su dulce aroma el pasillo principal.
Los arreglos florales que diariamente ofrece son hechos con producto principalmente proveniente del vecino Estado de México, ya que no hay productores locales que ofrezcan productos 100 por ciento michoacanos, sino que se trata de revendedores que hacen que el precio sea más elevado.