MORELIA, Mich., 5 de abril de 2020.- Pablo Valeriano, a quien le gusta lo llamen El Famoso, tiene 75 años y desde hace 50 se dedica al oficio de afilar cuchillos. Todas las mañanas sale de su casa montado en su vieja bicicleta para ganarse el sustento.

¿No le preocupa contagiarse del Coronavirus?; usted trata con mucha gente… 
“Mire joven, la mera verdad yo no creo en eso, además tengo que trabajar para comer. Ahorita doy una vuelta más, llego a mi casa, me baño, me acercan de comer y me tomo mi mezcal… de lo demás, ya Dios dirá”.

Se le puede escuchar a distancia gracias al sonido de su instrumento musical, un tipo de armónica que también se le conoce como chiflo.

Desde que tiene uso de memoria ha trabajado, primero como vendedor en tianguis y mercados de jabón en trozo que elaboraba de manera rústica su familia. A los siete años ya aportaba dinero a su casa.

El oficio lo aprendió desde muy joven, pero no le gustaba, le parecía aburrido y cansado cargar con la piedra y un carrito que su familia le había habilitado para que saliera a trabajar. Por eso mejor laboraba en el taller de bicicletas que tenía su padre.

A la muerte de éste, un tío le sugirió retomar la afilada de cuchillos, machetes, tijeras y navajas. Era la década de los 70, vivía en el Estado de México y “al robarse a la novia”, no tuvo otra opción que salir de su casa y abrirse paso a sí mismo.

De facciones duras, pero sonrisa a flor de piel, hace de su labor un pasatiempo. No le gusta discutir y tampoco que le regateen, por eso da su precio: un machete, 50 pesos; y cinco cuchillos, 100.