MORELIA, Mich., 10 de julio de 2020.- David, un hombre de mediana edad, se dedica a vender jugos de naranja y zanahoria para subsistir. Ha habilitado una motocicleta para poder tener movilidad y a su vez llevar su negocio a diferentes puntos del Sur de la ciudad. La pandemia del Covid 19 no le causó tantos estragos como él pensaba.

El hombre, de acuerdo a sus posibilidades y su negocio, lleva a cabo ciertos protocolos de seguridad sanitaria; porta un cubrebocas, guarda una sana distancia con los clientes, su trabajo está al aire libre, desinfecta su vehículo y sus productos cada día, y tiene un gel antibacterial para quien necesite; sabe que hay un virus pero también sabe que hay que trabajar.

Cuenta a Quadratín que en su familia, algunos se dedican a hacer jugos desde hace unos 25 años. Tiene un hermano que también utiliza una motocicleta habilitada de manera parecida, que además ofrece la venta de tortas. Se mueve por otras zonas para no afectar a David.

David no para de hacer jugos; en cada parada vende varios litros, por lo que se queda estacionado por largos periodos. A veces se hace acompañar por otro joven, quien se encarga de repartir los jugos a las casas para que las personas no salgan. De un 100 por ciento, le bajó la venta solo 20 por ciento, explica, por lo que para él no ha sido tan malo el golpe económico que se sufre por las medidas sanitarias.

Incluso hay días que vende más. Cuenta que, durante el tiempo de mayor reclusión, las personas podían llevarse varios litros para abastecerse y no salir más; el hecho de quedarse en casa hacía que compraran más jugo. Relata a este medio que conoce a un tendero que le dijo que ahora con la pandemia le ha ido mucho mejor porque la gente compra en grandes cantidades para no salir de su casa, “hasta me ha dicho que le gustaría que siguiera esto, ¡n’ombre!, cómo ves”, dice riendo.

David plática que solamente se dedica a la venta de jugos pero no es cualquier cosa, debe en principio de cuentas, buscar los mejores lugares para comprar la naranja, porque su precio es oscilante; ahora está en 13 pesos, dice. Tiene que ir al Mercado de Abastos, y a veces lo hace desde las 4 de la mañana, preparar todo para salir a vender a más tardar a las 7.

Su jornada termina alrededor de las dos de la tarde, pero solo la venta, ya que debe llegar a su casa a limpiar todo, a preparar la naranja que le quedó, y concientizarse para levantarse muy temprano al día siguiente para volver a comprar más naranja, “acabo agotado, parece que no es mucho pero es demasiado”, reconoce.

El hombre no para de trabajar, mientras se realiza esta entrevista, ha entregado alrededor de cinco litros y continúa cortando y exprimiendo naranjas, porque lo más vendido es el jugo de esta fruta. Se despide porque le llega otro pedido más; tiene que entregar tres litros a unos vecinos.