Habrá más de 280 variedades de pan dulce en el Festival de la Repostería
MORELIA, Mich., 20 de noviembre de 2022.- Habían pasado dos años desde la última vez que los morelianos pudieron celebrar del desfile cívico deportivo, conmemorativo del aniversario de la Revolución Mexicana, y en punto de las 11:11 horas de este domingo, el chillido estridente del silbatazo inicial terminó con la espera.
El Caballito y Las Tarascas fueron el punto de partida de los 51 contingentes que formaban una hilera interminable de fiesta y colores; hasta adelante, abrieron la marcha medallistas michoacanos, enseguida, el verde olivo de las huestes militares, quienes esta ocasión encabezaron el desfile por el 112 aniversario de la Revolución.
El sol daba tregua, estaba nublado e incluso hacía un poco de frío. Sobre las aceras sur y norte de la avenida Madero ya se habían agazapado centenares de personas para ver el desfile; familias completas abarrotaban las banquetas, ora en una silla traída desde casa o alquilada por 30 pesos, ora en un banquillo improvisado o de plano en el piso.
Las voces de los vendedores se mezclaban, generando un verdadero concierto de mercadeo mexicano: aquí la campanilla de los helados, allá el griterío de la oferta de churros azucarados, acullá la venta de aguas, fritangas y papas de a 10, de a 15, de a 20…
Entre la muchedumbre se eleva un bracito de un niño que es cargado por su madre, y alza el pequeño índice que señala al globero; a la distancia puede leerse en los labios la tierna petición: “¡mami, quiero un globo!”; en otra orilla una niñita disfruta su algodón de azúcar, y una joven mujer devora con cierta prisa unas garbanzas.
Al centro de la pista, el espectáculo. Pirámides humanas, complejas tablas rítmicas, diversas suertes de gimnasia, verdaderos retos acrobáticos a la fuerza de gravedad, bailes folclóricos y suertes acrobáticas se mezclaban con las orgullosas arengas de los pelotones militarizados y el compás trepidante de las bandas de guerra.
El aplauso de una anciana de mirada dulzona resaltaba entre los otros; con particular energía ovacionaba a cada uno de los contingentes: “¡Eso, mis niñas, bravo; qué hermosas están! ¡Que viva el Ejército!”, lanzaba entre porras y loas la desdentada mujer.
Deportistas de diversas disciplinas dieron muestra de sus habilidades físicas, y recibían el aplauso de los asistentes; sin embargo, de manera particular acaparaban las miradas los atletas de artes marciales, las adelitas a caballo, zancos, mojigangas y bandas de viento fueron el alma de la fiesta, que concluyó cerca de las 14 horas para dar paso a la verbena.