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MORELIA, Mich., 13 de febrero de 2019.- Conformado por 253 arcos de medio punto, con una altura máxima de 9.24 metros, y creado por indicaciones del obispo fray Antonio de San Miguel, entre 1728 y 1730, para paliar la carencia de agua potable en la ciudad y proporcionar un trabajo remunerado a sus habitantes, el Acueducto de Morelia es una de las edificaciones emblemáticas de la capital michoacana.
Su belleza, historia y calidad arquitectónica le ha valido el reconocimiento de propios y extraños como uno de los monumentos más importantes de Morelia, así como su inclusión entre los sitios considerados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como patrimonio cultural de la humanidad.
Sin embargo, estas características no le han resguardado del daño y el deterioro que el paso del tiempo, la creciente circulación vehicular y sus emisiones de tóxicos, las pintas y grafittis, la falta de mantenimiento adecuado y el descuido de ciudadanos y autoridades han ocasionado.
Un recorrido a través de los mil 700 metros que abarca el monumento evidencian la acumulación de basura en las rejillas y los fosos que otrora ocuparan las lámparas del sistema de iluminación escénica del Acueducto, así como la vegetación invasora que crece entre las fisuras de la cantera.
Además, es posible advertir los daños, producidos presumiblemente por impacto de vehículos, en las aceras adjuntas al Acueducto, en cuyos costados se concentran escombros y materiales de desecho, con afectación al área destinada al tránsito peatonal.
Restos de las emisiones de los automotores que circulan por las vialidades aledañas, entre las que se cuentan las avenidas Tata Vasco, Acueducto y Ventura Puente, se detectan en la cantería, que además ostenta restos de las pinturas utilizadas para la colocación de grafittis.
El último análisis efectuado del estado de conservación del Acueducto de Morelia, que data de la anterior administración municipal, especificó que el 85 por ciento de los arcos del monumento requiere de mantenimiento correctivo, ya que se identificaron perjuicios en luminarias, rejillas, losetas y cantería.
En 1998 se llevó a cabo la más reciente restauración del sitio, a cargo del Patronato Morelia Patrimonio de la Humanidad, encabezado por Esperanza Ramírez Romero; la iniciativa Adopte un Arco, lanzada por la organización, logró recaudar 950 mil pesos de un millón 150 mil pesos que se erogaron en el proyecto.
Para su adecuada preservación, el Acueducto debe ser sometido a acciones de mantenimiento y cuidados específicos por lo menos cada cinco años, y cada año retirar la basura que se acumula en el canal, previo a la temporada de lluvias, a fin de reducir los efectos perniciosos de la erosión por el agua.