MORELIA, Mich., 20 de enero de 2021.- Es mediodía en la avenida Madero. Está cerrada. El día es templado tirando a frío. Hay poca gente caminando, pero todavía hay grupos que toman el momento como si fueran vacaciones, se toman selfies y andan como si no hubiera pandemia. En la esquina de la Madero con Guillermo Prieto hay una mujer de la tercera edad vendiendo estropajos.

A todo aquel que va por la acera, le ofrece los estropajos. Su voz no es muy fuerte pero se deja escuchar. También vende unos multicolores plumeros y matamoscas de plástico.

“¡Estropajos! ¡Estropajos!”, continúa la mujer cuando pasan las personas. Algunos se detienen y miran con curiosidad, ella les muestra sus productos pero no se llevan nada, no parecen convencidos y tampoco sacian sus dudas con respecto a los estropajos, que parecen despertar mucha curiosidad.

Una mujer se acerca y toma uno de los plumeros, lo revisa y pregunta el costo.”140″ dice la cansada mujer comerciante. “¡Ay! está caro…”, responde la interesada. Intercambian unas palabras más, entre ellas el clásico “cuánto es lo menos”, y al final la mujer se lleva el plumero.

La comerciante de la tercera edad, quien no quiere dar su nombre, señala que viene de Toluca. Dice que sus plumeros no son caros como dijo la señora; “30 pesos me gana yo, no me gana mucho, también pasaje y todo, no me gana mucho, me gana poquito”, dice evidenciando que el español no es su lengua madre. Dice que es para “limpiar el televisor, la consola, el polvo… para todo”.

Ella sabe que en la Tierra Caliente se dan los estropajos, sin embargo ella los trae de Toluca, no deja de decirlo. Ofrece los estropajos en dos formas: cortados por la mitad o enteros. La mitad de un estropajo cuesta 20 pesos, si es entero, cuesta 50. Asegura que vienen de una planta que se llama estropajo, y continúa anunciándolos con la potencia que le permite su voz.