MORELIA, Mich., 28 de octubre de 2014.- Hay quienes sueñan con tener el cuerpo perfecto, quienes se quejan hasta del más mínimo defecto físico, pero también hay quienes agradecen diariamente por un nuevo día y todas las mañanas se despiertan con la esperanza de un milagro, de una llamada que les avise que hay un donador de órganos que les puede dar otra oportunidad de vivir.

Esta es la historia de Celeste, una adolescente de 14 años que no pide el ultimo teléfono de moda, ni ropa de marca, ni tantas otras cosas superfluas “necesarias” para las otras chicas de su edad, ella lo que pide es poder regresar a la escuela para cumplir su sueño de ser doctora, pero deberá esperar hasta que llegue un riñón sano para serle trasplantado; al estar en una lista de espera de cuatrocientos pacientes que necesita éste mismo órgano en el Michoacán.

Fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica desde los tres meses de nacida y hace tres años llegó a Morelia para comenzar con  las hemodiálisis que le permiten seguir viviendo; dos veces por semana es conectada al aparato que limpia su sangre, al catéter que tiene en el lado izquierdo de su cuello aunque las reacciones son adversas, sino lo hace corre el riesgo de que el líquido entre a sus pulmones y perder la vida, padece sed, porque tampoco puede tomar mucha agua.

En cada procedimiento puede llegar a sufrir convulsiones, como le ha pasado cuatro veces, las mismas que fue hospitalizada para controlarla de la crisis convulsiva y estabilizar sus signos vitales; debido a su enfermedad, Celeste –quien nunca deja de sonreír- no alcanzó su óptimo desarrollo y está por debajo de su peso y talla, pero eso evidentemente no le quita las ganas de salir adelante y cumplir sus sueños.

En febrero próximo le celebraran sus quince años –otro de sus sueños-  gracias a aportaciones altruistas y padrinos voluntarios y anónimos que llamaron tras conocer su caso en la televisión local, ya tiene listo su vestido rosa pastel y el salón, pero aún le falta conseguir ocho chambelanes que bailen con ella el vals.

Pero de sus tres sueños, Celeste tiene claro cuál es el más importante, “ya me van a hacer mis quince años y estoy muy contenta, pero mi mayor ilusión es que me hagan mi trasplante de riñón para poder crecer y ser doctora y ayudar a más niños como yo” y aunque sabe que la lista es demasiado extensa, en sus ojos se ve la esperanza y la fortaleza para seguir adelante.

Celeste junto con su abuela Baldovina Benítez, forman parte de los ciento cincuenta beneficiarios del albergue Hogar Emaús en donde viven a la espera de la llegada de un riñón para la adolescente, ya que son del municipio de Apatzingán y no cuentan con los recursos para pagar hospedaje y alimentación.

Tras el lanzamiento de la campaña “Échanos la mano…es cuestión de humanidad, Celeste envió un mensaje a los patrocinadores “que sigan apoyando al albergue para que éste albergue se haga más grande y ayude a más gente”, quienes deseen apoyar  la Fundación Casa Emaús se pueden comunicar al teléfono (443) 312-92-30.