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MORELIA, Mich.- 5 de noviembre de 2014.- El mar caribe es seductor, las playas privatizadas por cadenas hoteleras trasnacionales que ofrecen los famosos paquetes todo incluido pueden ser un gancho para ir como turistas, pero no a trabajar, sobre todo si están sobre la Riviera Maya.
El concepto de ese tipo de hoteles es para no salir de ellos y disfrutar restaurantes, barras libres, albercas, inclusive adquirir recuerditos ya que el transporte no es accesible para trasladarse a ciudades como Playa del Carmen y Cancún.
Sin embargo, los encargados de la logística de la caravana de los 240 artistas que participaron en el noveno Festival de Tradiciones de Cultura y Muerte no consideraron ninguna de las características mencionadas ni cuidaron el sencillo detalle de la transportación al parque Xcaret, donde se realizó el festival el 30 y 31 de octubre, y 1 y 2 de noviembre de los expositores del arte y cultura michoacana.
Con las excepciones de algunos que sí se instalaron como turistas, la mayoría que fue a trabajar padeció molestias, como la quedarse sin cenar porque los eventos del festival terminaban a las 10 de la noche y los restaurantes cerraban a esa hora, y como el transporte asignado fue preciso en sus itinerarios no había manera de adquirir víveres en algún supermercado o hacer escala en algún restaurante.
Faltó prever el servicio de lavandería para los trajes regionales, sobre todo de los danzantes ya que después de cada función terminaban escurriendo de sudor, un poco el enérgico ejercicio que representa un baile y otro poco por el calor tropical.
“No tenemos derecho a lavandería y el servicio es muy caro, ando buscando como lavar los trajes de los viejitos, porque es muy incómodo volver a ponérselos así, húmedos de sudor. Van oler muy mal al cuarto día”, comentó el director del grupo folclórico de San Juan Nuevo Parangaricutiro, Alberto Velázquez.
A Carlos Ríos Nañez, integrante del grupo Los caporales de Santa Ana, del municipio de Buenavista Tomatlán, lo que le molestó fue que ni un vaso con agua les ofrecieran dentro del famoso parque eco arqueológico, luego horas de cantar sones y valonas. Había que comprar las botellas de agua a caro precio, 50 una de medio litro.
Hugo Cuiriz Fabián, director de la orquesta Tata Vasco lamentó el estado de los vestidores, “como que si les falta un poquito de todo”, porque en su mayoría no son más que cavernas naturales adaptadas pero prácticamente sin mobiliario.
A los reporteros hizo falta el servicio de internet, herramienta básica para realizar su trabajo y que en el hotel todo incluido en el que se les hospedó, no estaba contemplado y había que pagarlo aparte, a 150 pesos el día, sin opción a la renta por horas.
La coordinadora de comunicación social de la Secretaría de Cultura, Eduwiges Franco, ofreció que se apoyaría con fotografías y videos a los medios a los que no concedió acreditación, como a Quadratín, pero nunca las envió.
La difusión del evento fue pobre, únicamente se enviaron dos boletines de las actividades que realizaron 240 personas durante cuatro días en el parque Xaret.
El viaje que regularmente lleva 8 horas de Morelia a Playa del Carmen se convirtió en una pesadilla de 16 horas porque, con la idea de la caravana, hubo que esperar en el aeropuerto de la Ciudad de México, cinco horas, tanto de ida como de vuelta, con ayunos de más de 12 horas, para que al final se abordaran diversos vuelos, distintos autobuses y hospedarse en diferentes hoteles.
Desde luego, no faltó quien consideró que había que agradecer el hecho que habernos llevarnos hasta allá, olvidando que ese tipo de eventos se financian con dinero público y por lo tanto se iba a trabajar no a turistear.