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MORELIA Mich., 8 de febrero de 2015.- Una mujer puede ser hija, esposa, madre, hermana y demás, pero cuando tu profesión se vuelve el plan y modo de vida de un ser humano, los resultados en campo no dejan margen de error; Geraldine Teresa Cazares Rubio es una perito criminalista y lo será hasta el último día que tenga la fuerza para ejercer, aquí su historia.
Desde hace 15 años trabaja dentro del departamento de criminalista en la Procuraduría General de Justicia del Estado, la principal motivación en su trabajo: el resultado exitoso de la investigación que determine la verdad.
Explica que aunque muchas personas pudieran ir a una escena del crimen, tomar fotografías y demás, pero que el ojo del criminólogo busca, encuentra y relaciona lo que le arroja un resultado que puede llevar hasta la identificación y/o ubicación de los responsables.
De profesión abogada, desde niña tuvo un especial gusto por la literatura detectivesca, Sherlom Holmes, Agata, Cristina Dupont entre otros, pero fue ya a la edad adulta cuando se inclinó por la investigación forense.
Reitera que el trabajo de los peritos criminalistas, es en el que se debe de tener el mayor cuidado, ser delicados en su manejo de los indicios y la evidencia ya que es esta parte, la más importante dentro de una investigación criminal.
En su profesión el mayor sacrificio es la familia, sus dos hijas, a quienes incluso en fiestas familiares tiene que dejar al momento de que surge un caso especial aun y cuando esté descanso, ya no se diga cuando está de turno “entramos a las 8 de la mañana, pero no sabemos a que hora vamos a salir” afirma.
“Esto es lo que yo soy, mis hijas harán su vida y se van a ir, yo voy a ser criminalística toda la vida Yo no busco justicia, solo la verdad e interpreto los indicios, aunque cuando si llego a un lugar de los hechos y veo que es un cuerpo pequeño, mi día ya se fastidio, pero voy y lo hago lo mejor que puedo” explicó.
A pesar de las circunstancias y el dolor que causa una muerte, Geraldine lo ve como su trabajo, desde hace mucho aprendió a no involucrarse con los casos en un marco de total respeto, tanto con la víctima como para con sus familiares.
“Siempre debemos tratar con respeto a la familia, ellos vienen dolidos porque les mataron, les violaron, les robaron, nosotros tenemos 6 o 7 levantamientos en un día, a veces mas, nos tenemos tiempo de llorar en casa uno de ellos; pero cuando al otro lado de la cinta tengo a los los papas y se quieren acercar y no lo puedo permitir, es pesado el quitarle a sus papas la oportunidad de venirle a llorar a su bebe en ese momento” enfatizó.
En medio de la muerte que ve todos los días, un evento marcó su vida y tardó tiempo en sobreponerse, los granadazos en las festividades patrias en el mes de diciembre del año 2008 “iba mas allá de la escena como forense, era la intranquilidad de no saber si era un hecho aislado, quien había sido o porque, no podía salir por el temor que podría repetirse en cualquier momento, solo pensé en mi hija” relata a Quadratín.
Aquella fatídica noche donde 8 personas perdieron la vida, Geraldine tuvo que levantar diez dedos humanos en medio de la dantesca escena que marco una era violenta en el estado de Michoacán.