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MORELIA, Mich., 5 de mayo de 2016.- Internos del Centro de Rehabilitación Social de La Piedad tienen altas probabilidades de reinsertarse al salir de prisión luego de aprender el oficio de balonero.
Las oportunidades laborales se incrementan hasta el 80 por ciento por recluso, en tanto que sólo dos de cada diez internos reincide, aseguró el director de la institución, Marco Antonio López García.
En esta dependencia la producción de balón se ha vuelto la principal actividad para los residentes, donde 450 se dedica a la producción de las pelotas.
Hombres y mujeres se reúnen diariamente bajo un techado a unir cada uno de los hexágonos, con la mirada fija en las dos agujas, trenzando y retirando hilos; algunos se apoyan en un trozo plano de madera que abrazan con las piernas, otros simplemente se hacen compañía o trabajan en otras cosas.
Un balón se termina en más o menos dos horas, según la pericia de cada interno, y una persona puede llegar a fabricar en promedio 6 balones, lo que significan 96 pesos diarios y 576 a la semana.
Sin embargo, hay quienes pueden ganar hasta mil 500 a la semana, afirmó el López García, ganancias que los hace autosuficientes, les permite ayudar a sus familias y les brinda la oportunidad de autoemplearse al terminar su tiempo en prisión.
La actividad no está limitada a un sector de la población, pueden recibir capacitación y manufacturar los internos sentenciados o los que están en proceso sin importar género.
En este tenor, detalló Mónica Cendejas, psicóloga del centro, que esta actividad laboral imprime en cada uno de los reos la sensación de utilidad en la sociedad, lo que se traduce en una mayor posibilidad de que no reincidan.
También afecta positivamente a sus familias, las que experimentan alegría al percatarse que su familiar, ya sea esposo, padre o hijo, está siendo útil, además de que influye en la reducción de presos abandonados por sus familias.
Arturo, alias La Calandria está por cumplir su condena, en diez meses se va del penal. De los casi diez años que lleva al interior del penal, nueve se ha dedicado a la manufactura del esférico, trabajo que le ha dado para mantener a su familia. Con orgullo dice que le da dinero a su esposa y que tiene a su hijo en la escuela.
Por su parte, Jorge, oriundo de Morelia y que está a la espera de su sentencia por Delitos Contra la Salud, nunca antes había hecho balones, es más cuando recién ingresó gastaba su tiempo jugando, pero al ver las ventajas de producir balones se integró a estas labores.
Con cierta pena reconoció que poco hace, pero al mismo tiempo acepta que no necesita más.
En la producción también participan 30 internas, poco más de la mitad de la población, Rosa fue enseñada por Arturo, La Calandria; le tomó una semana aprender el arte de costurar los balones, pero ahora ya lo hace sin problemas.
Con lo que produce se sostiene al interior del Cereso y le alcanza para mandarle a su esposo e hijos, tres son los que le esperan afuera. Cada semana les manda 300 pesos, dinero que aporta para los gastos escolares de sus pequeños de cuatro, siete y 14 años de edad.
También hay otros talleres al interior, como carpintería, talabartería y costura.
Al respecto subrayó el subsecretario de Reinserción Social, Alejandro Montiel Villaseñor, que en cada penal del estado hay actividades laborales igual de redituables, cursos de capacitación y formación académica que coadyuvan en el aumento de probabilidades de reinsertarse a la sociedad.
“En la búsqueda de mejorar sus oportunidades se implementará la preparatoria, en un convenio con el Cobaem”, abundó.