Michoacán, sin rumbo ni estrategia, revira Yankel Benítez
MORELIA Mich., 25 de diciembre de 2015.- La Navidad es constantemente una fecha alegre que transforma a las personas, saca lo mejor de ellas. Sin embargo, las fiestas decembrinas también traen nostalgias y tristezas; cuando falta la salud, sea la fiesta o fecha que resulte, siempre traerá desánimo. En el Hospital Infantil de Morelia, hay personas que prácticamente viven a su alrededor, se han instalado campamentos para todos aquellos familiares de niños hospitalizados, y en algunos casos, las familias llevan meses acampando.
Gildardo López, un padre de Cherán cuyo hijo de tres meses de edad tiene una infección en el estómago, platica a Quadratín que su vecino de tienda tiene un mes y días ahí esperando por su hijo, y que otra señora, explica señalando una tienda de campaña, cumplió un año y se fue apenas ayer. Él tiene quince días esperando por su bebé, buscando con constancia la información de los médicos. Agradece la generosidad de las personas que se han acercado a dejarles desde cobijas hasta comida.
Pide también a las autoridades municipales y al gobernador que vean la situación y condiciones en las que se vive ahí. Pone de ejemplo que deben bañarse por necesidad y por petición del hospital, pero que se complica, porque en el único albergue de la zona, el personal se fue de vacaciones, por lo que tuvo que pagar para tomar un baño él y su familia, y cuentan con muy pocos recursos.
Otro padre de familia expresa su melancolía. Cuenta que el niño salió de su casa, en Pátzcuaro, que anduvo jugando entre los carros y que una camioneta lo arrastró. Tiene herido el pie y tuvo riesgo de perder la extremidad. Dice que están él y su mujer desde el lunes 21 de diciembre, pero que se les atravesó otra desgracia: justo el día que viajaron a Morelia para internar al niño, murió el hermano de su señora, que ayer lo fueron a enterrar.
Una mujer que no quiso dar su nombre, está ahí porque a su nieto de tres años le dio neumonía y tuvieron que operarlo del pulmón, sigue en espera por información de los médicos sobre la salud del niño. No sabe cuándo saldrá ni su condición, sólo afirma que está en terapia intensiva. Dice a Quadratín que lleva desde el 12 de diciembre, que ayer no alcanzó la cena que unas personas llevaron, porque tuvo la guardia dentro del hospital.
La señora explica que en el campamento para familias, hay una encargada que distribuye los lugares, que pide los documentos para saber que efectivamente tienen un menor hospitalizado. Dice que no cobran nada en absoluto, sólo les piden higiene, limpiar la zona y tener bien acondicionado. Llevan mucho control, porque cuando se desocupan, se les dan a los siguientes que van llegando, porque en esta época hay muchos niños que llegan.
Señala que han personas muy generosas que van en las mañanas, tardes y noches, a dejarles comida, bebida y colchas, se encargan de que coman todos, “también les dan juguetes a los niños, ahorita mi nieto que está enfermo ya tiene pelotitas y varios juguetes que le han dado” dice la señora, con un claro gesto de tristeza.
María Alejandra Rojas, madre de un niño de 12 años, dice que tiene ahí desde el viernes 18 de diciembre. Relata, con los ojos cansados, que su hijo jugaba con pirotecnia, con unas “cebollitas”, que las llevaba en la bolsa del pantalón y se le prendieron. Explica que tiene la carne viva, que le hicieron la “raspa” y que están en espera de ver cómo evoluciona, si no muestra mejoría, tendrán que operarlo para injertarle piel. Ellos vienen de Zicuirán, municipio de La Huacana.
Algunas familias van llegando, sus infantes tienen horas o un día de haber sido hospitalizados. Muchos de ellos no saben cuándo podrán regresar a casa. Por lo pronto esperan que alguna casa de campaña se desocupe. Mientras, dormirán como puedan sin un techo, en medio del frío invernal.