MORELIA, Mich., 25 de febrero de 2015.- Apenas tiene 8 años. Su vida pende de un hilo. Y lo sabe.

Aún así, no se amilana.

Encara su enfermedad con valentía, arrojo, pero en plena pobreza.

Se llama Ignacio Álvarez, “Nachito”.

Padece un binomio infernal, inhumano: leucemia y pobreza.

La tarde de esta martes lo dieron de alta del Hospital Infantil, “Eva Sámano”.

Se pasó varias semanas varado en el áreas de oncología del nosocomio.

Pese a su corta edad, “Nachito” cumplió como macho, como hombre; aguantó el tortuoso proceso de 3 quimioterapias.

Ya esta afuera con su familia, un matrimonio joven, proveniente de la región de Los Reyes.

No vienen solos. Aparte de la enfermedad de su pequeño hijo, tienen que cargar con tres pequeños más: Carola de 9 años, Lupita de 7 y José Armando de 8 meses.

Todos están sentados entorno a una vieja casa de campaña, de esas que pululan y son parte de la escena cotidiana en los jardines del Bosque Cuauhtémoc.

Son unas 50. Todas con historias diferentes, pero con un eje rector: pobreza y enfermedad.

Hay historias desgarradoras, pero esta conmueve el alma y agita el corazón.

Los tres chavalos andan “a raíz”, sin zapatos, apenas unos harapos que les cubren sus frágiles cuerpos de las bajas temperaturas mañaneras, más marcadas en esta zona boscosa.

¿Qué le han dicho los médicos?, le pregunto a la madre, Josefin.

“Pos me dicen que va mejorando. Ya me lo dieron de alta, pero tenemos que quedarnos todavía mañana para hacerle otros estudios”.

¿Y de dinero? ¿Cómo le hacen?

“A veces aquí nos los hacen. Nos apoyan una señorita de trabajo social”.

Se saca un seno, muy natural, y se pega al más pequeño para amamantarlo.

¿Y cómo le hacen para la comida?

“A veces nos traen algunas personas. Otra veces tenemos que pedir limosna para poderle dar algo las niñas. Hoy juntamos 50 pesos y con eso nos compramos unos panes”, declara.

Se dirige al marido, en purépecha.

El hombre, un joven que no rebasa los 30 años es corto de habla. Se llama Mario. Apenas esgrime unas palabras. Se le ve abatido, triste, impotente ante la adversidad.

Cuenta que el niño apenas ingresó a la primaria. No pudo avanzar más. La enfermad lo doblegó.

¿Cómo se porta Nachito?

“Bien. Esta triste. No está asustando. Los doctores le dicen que se va a poner bien. Que todo va a salir bien”.

Están “a la buena de Dios”. No tienen un quinto partido por la mitad. Es toda una odisea, pero la enfrentan. Es mucho el valor y amor que le tienen al niño.

Dicen que hace seis meses fue detectado. El niño ya no comía, perdía peso rápidamente.

Y en efecto: su complexión es el sinónimo de su enfermad. Escasamente medirá unos 90 centímetros. Tiene los ojos hundidos y se le ve delgado y demacrado.

Nada que ver con la talla de un niño normal de su edad.

Según la Organización Mundial de la Salud, unos 100 mil niños mueren al año por esta terrible enfermedad.

En México se estima que existen unos 175 mil casos del padecimiento y datos del INEGI indican que cada año se registran 7 mil nuevos casos de leucemia infantil.

Según los números, el 90 por ciento de ellos termina en defunción por no recibir la atención médica a tiempo.

De hecho, es considerada la primera causa de muerte infantil.

Tres de cada 4 casos corresponde a cáncer linfocítico agudo y el resto al denominado cáncer mielógeno agudo. Ambos tiene una tasa de mortalidad del 51.1 por ciento y afecta a los grupos de infantes de 5 a 9 años y 10 a 14, con unan tendencia de 3 hombres por una mujer.

Según las estadísticas, uno de cada 2 mil 880 niños, puede padecer la enfermedad.

Ese fue el caso de “Nachito”. Un cáncer en la sangre.

Está a “cuinclillas”. Porta en mano un plato desechable con arroz y frijoles. Son las 13 horas y apenas lleva eso el e estómago.

“Me pide un vaso de fruta. Se le antojó, pero no tenemos para comprarlo”, lamenta la madre.

Allá, en los Los Reyes, dejaron al mayor, Antonio, de 13 años de edad.

Cumple largas jornadas de trabajo en la zona cañera. Todo por 700 pesos a la semana. No cuenta con seguro ni mayores prestaciones.

Este miércoles, “Nachito” y su familia esperan regresar a su hogar. Cumplió su primera fase. De los estudios realizados, se espera que acuda cada quincena a su evaluación.

El retorno será como un viacrusis. No hay dinero para los pasajes.

A primera hora saldrán a pedir limosna para cubrir el gasto.

A la labor se sumará el niño.

Así, con su cáncer, sus quimioterapias y sus ganas de vivir.

¡Suerte y vida, Nachito!