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MORELIA, Mich., 13 de noviembre de 2014.- Han tenido que recorrer una larga ruta para encontrar una identidad, allá, allende las fronteras.
Han tenido que generar su propia cosmovisión, allá, en los Estados Unidos.
Se les llama “pochos”, “espaldas mojadas”, pero a ellos les sentó mejor el de “chicanos”, esa raza que hoy habita en decenas de ciudades de la Unión Americana, que ya son legales, que nacieron allá, que tienen los mismos derechos y obligaciones, pero con profundas raíces mexicanas.
Son hijos de padres o madres mexicanos, que en el proceso de expansión del poderoso país de las barras y estrellas, se mezclaron con anglosajones de allí y de Europa, también migrantes.
Otros simplemente llegaron desde niños, pero ya “mamaron” el estilo de vida estadounidense, pero llevan en la sangre el origen de Aztlán, la mítica tierra de nuestros ancestros.
El maestro René Arceo, emigrado desde niño a la ciudad de Chicago, asevera que nadie sabe desde cuando se usa el vocablo “chicano”, pero crónicas californianas los citan desde 1906.
Y es que México ha tenido una larga tradición migratoria con el país del norte. Son más de 100 años.
A ello hay que sumar los cientos de miles de mexicanos que habitaban la franja fronteriza antes de la anexión de Texas, Nuevo México.
“La influencia es vasta”, manifiesta ante estudiantes del ENES UNAM, Campus Morelia.
René Arce fue convocado para impartir la conferencia “Coincidencias y Divergencias del Arte Chicano y Mexicano”, en el marco del Congreso “Entre la línea: Migración y Cultura Chicana”, auspiciado por la UNAM y las Secretarias del Migrante y Cultura del gobierno del Estado.
René Arce, nacido en Cojumatlán, Jalisco en el año de 1957, pone en perspectiva el término “chicano”.
Revela que el estar lejos de su tierra y orígenes, pero con una ciudadanía diferente, ellos mismos asumieron esa identidad: chicano, proveniente del mechica (mexica), del mechicano (mexicano).
René Arce, fundador del Museo de Arte Mexicano, añade que fue en los 60s, cuando la cultura chicana salta de manera exponencial en aquél país.
Afirma que los antecedentes se encuentran durante la huelga campesina en el Valle de Salinas, en California.
Eran los tiempos de la guerra fría, de la demanda de la igualdad de derechos, la lucha contra los totalitarismos.
En ese contexto, hijos de campesinos mexicanos y artistas con descendencia hispana, realizaban funciones de teatro, donde se acudía a perfiles histriónicos con ascendente mexicano.
A partir de entonces, decenas, cientos de jóvenes artistas comenzaron a plasmar su obra en donde hubiera espacio y en varias disciplinas. Todos ellos chicano.
“Cuando observas su obra, te das cuenta de que ellos, en ese sentido, son más mexicanos que los mexicanos de aquí, porque el extrañar el terruño y plasmarlo allá, les da cierto sentimiento de pertenencia, de identidad”, manifiesta.
En un vasto compendio expuesto, René Arce va a los orígenes y sentimientos de los artistas chicanos, donde sobresalen los trabajos alusivos al Día de Muertos, “El Pachuco”, “La Migra”, siempre marcada por las agresiones a “la raza”, “El Vato Loco”, “La Fulana”, “El Morenito y su Hermana, la Rubia”, donde se aprecia el choque racial.
Todos los temas de aquella sociedad, pero fuertemente vinculados al chicano y sus orígenes, también se manejan; la violación a los derechos humanos de los migrantes, la Pena de Muerte, el método que legal de ajusticiar a los violadores de la ley y que actualmente tiene a más de 60 mexicanos en capilla, ahí está plasmados por un chicano, cuyo origen es moreliano: Malaquias Montoya.
“Es un arte contestatario, el que el artista visibiliza su protesta contra el abuso y atropello a la sociedad, a su gente, a su raza”, explica el ponente.
Unos 50 trabajos, producto de una larga recopilación, dan cuenta de cómo el artística chicano ha tratado de imponer su visión en un mundo que contrasta con sus raíces. Muchos de ellos ya están muertos.
La alusión artísticas también llega a los emblemas de la lucha nacional: Zapata, Villa, el valiente guerrero que hizo frente a las hordas españolas durante la caída del imperio mexica.
Pero las raíces van más allá. También están las manifestaciones religiosas, los santos y vírgenes heredados por el imperio ibérico.
¿En qué momento se encuentra el arte chicano. Cuál es su tendencia actualmente?, se le pregunta.
“Indudablemente que la tendencia es a la alta. Hoy por fortuna ya existen varias universidades, centros de estudios, grupos y colectivos, que han logrado recolectar un gran acervo de la cultura chicana desee hace más de 30 años. No solo es el arte, es todo elemento que vincula al chicano con su hacer y actuar en un país que es su país, pero que no es su origen.
Se está poniendo al chicano en perspectiva”, añade el maestro en artes platicas, quien comenta que la consolidación de los espacios para los artistas chicanos, ha permitido la apertura y registro de unos espacios, desde galerías, museos, centros de exposiciones y talleres, desde donde se relanza la figura del chicano en las bellas artes.