No logrará Morelia reordenamiento territorial sin autonomía del Implan
MORELIA, Mich., 2 de febrero de 2014.- Si el gobierno de México considera que la “legalización” de los grupos de autodefensas, en el asediado estado de Michoacán, resolverá sus problemas de seguridad ciudadana, debería observar con más detenimiento a los otros tres países de la región –Colombia, Guatemala y Perú- que probaron proyectos similares, bajo circunstancias similares, y obtuvieron terribles resultados, advierte un extenso análisis que publica el portal especializado en temas de seguridad InSight Crime.
Cuando el Congreso de México se siente, deberá considerar cuidadosamente los esfuerzos de tres de sus vecinos, los cuales crearon unidades paramilitares legales para ayudarlos con sus propios problemas de seguridad. Entre ellos, Guatemala fue el más grande en términos per cápita. Las llamadas Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) contaban con entre 500 mil y un millón de miembros en su apogeo, un número increíble, considerando que la población del país no superaba los diez millones en ese entonces.
Las PACs no estaban realmente definidas colectivamente por una ley, sino por muchas, y estaban dirigidas por déspotas militares, haciendo que su uso fuera de alguna manera arbitrario y, en últimas, brutal.
De hecho, los comandantes del ejército que controlaron las PACs, las utilizaron para torturar, asesinar y delatar a sus vecinos sistemáticamente, a menudo a punta de pistola.
Después de la guerra, el informe del arzobispo afirmó que las PACs, junto con el ejército, estuvieron involucradas en 1.799 violaciones a los Derechos Humanos y en 342 masacres, destaca el portal especializado.
En Perú, el gobierno hizo un esfuerzo más concertado para colocar a las Rondas Campesinas bajo una estructura legal, las cuales estaban parcialmente basada en los históricos grupos de “vigilancia comunitaria”, que habían operado durante años en las comunidades indígenas.
Las leyes incluían suministrar armas a los grupos –un decreto legislativo de 1991 incluso permitió la adquisición de escopetas calibre 12. Así como en Guatemala, el ejército utilizó a las Rondas en su sucia guerra contra los insurgentes, aunque no de una forma tan espectacular y masiva, poniéndolas a menudo en situaciones de riesgo. Las Rondas se convirtieron en un blanco fácil para Sendero Luminoso, el brutal grupo guerrillero de Perú, el cual masacró a cientos de campesinos cuando el ejercito dejó sus pueblos.
Quizás el ejemplo más claro de cómo no administrar milicias apoyadas por el Estado viene de Colombia, donde las llamadas Convivir estuvieron cobijadas por una ley más amplia de seguridad privada, la cual proporcionaría el pilar de lo que se convertiría en la fuerza paramilitar más grande de la región.
Bajo el nombre de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), estos mismos grupos paramilitares se convirtieron en representantes del ejército estatal, cometieron masivos abusos contra los Derechos Humanos, y se convirtieron en la organización de narcotráfico más grande del hemisferio.