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MORELIA, Mich., 12 de septiembre de 2013- La danza rompió su vínculo con las bellas artes, pasó por los gimnasios y está llegando a espacios públicos populares como un elemento que no sólo permite verse y sentirse bien sino superar los problemas emocionales y sociales, origen y fin del sobrepeso y la obesidad, un mal que aqueja a la humanidad y, en particular, a los michoacanos.
Son múltiples las marcas de acondicionamiento físico que recurren a la danza para bajar de peso, lo cual muy pocas veces se logra porque se limita a la activación física y cuando se llega al punto de resistencia del cuerpo, sin atacar las causas de fondo, se recupera el peso perdido fácilmente, en un fenómeno conocido como “rebote”.
Por eso, Joseph Nava y Manuel Parra agregaron a la danza la atención psicológica y nutricional, en lo que ya es un movimiento social conocido como Feeling Dance, en el que participan miles de mujeres de 26 colonias de ésta capital, Pátzcuaro, Churintzio y Ciudad Hidalgo y están por iniciar en Paracho y Zitácuaro.
El éxito de su programa ha provocado envidias al grado de que han tratado de correrlos de los espacios públicos que ocupan pero también han atraído a voluntarios de las diversas áreas de la salud que acaban de iniciar el reto de que seis mujeres obesas bajen de 25 a 30 kilos en cuatro meses, sin “rebote” y sin flacidez.
Una de las voluntarias es la psicóloga Jaimina Monserrat Silva Díaz, quien en 15 días de trabajo ubicó las causas por las que subieron de peso: “son las pérdidas a nivel de pareja, los hijos, los papás, no saben cómo sobrellevar esas pérdidas, esa es la principal; la siguiente es la autoestima, en qué concepto se tienen ellas mismas y tiene muchas variables, como que se quebrantan de repente, entonces hay que fortalecer y la ansiedad también al comer es lo que se ha detectado. Como que ellas encuentran un equilibrio al comer”.
El tratamiento consistirá en terapia breve individual y grupal y aunque reconoció que no llegarán al fondo de la problemática si podrán entender qué les está pasando y podráncontrolarse y orientarse hacia una vida saludable, más allá de los estereotipos sociales que marcan que solo las mujeres rubias, altas y esbeltas son bonitas.
“Esto se hace por salud, para generar una salud mental y una salud física, que se sientan bien con ellas mismas”, indicó la psicóloga quien está convencida de que por tratarse de mujeres que se hacen cargo de muchas personas, reproducirán lo aprendido.
Paralelamente, otro voluntario, el nutriólogo Jezabel Villa Miranda, trabajará con ellas para demostrar que con técnicas diferentes se puede vencer el punto de resistencia donde toda persona que quiere bajar de peso se estanca.
“Como todo mundo sabe, comer verduras, tomar agua, comer cinco veces al día, sí sirve pero para prevención, no para tratamiento. Quiero demostrar que sí se puede, la técnica es muy diferente, se tienen que manejar cuestiones hormonales, sin medicamentos, auricupuntura, inyecciones, ni nada, pura alimentación”.
Explicó que su método consiste en estabilizar las hormonas variando la cantidad de proteína o de grasa para ver su reacción, vencer la resistencia y perder peso, lo cual no es caro e, incluso, puede resultar más barato que seguir consumiendo lo que se acostumbra.
“Están acostumbradas a muchos refrescos, muchos dulces y como que se les diluye el dinero ahí, mucho pan, frituras y como que no; dicen, es que no gano mucho, no tengo para hacer el cambio pero analizando bien lo que están comprando, lo que comen, les sale muchísimo más barato lo que yo les doy que lo que están haciendo”.
La activación física no es especial en el reto de las mujeres obesas, ellas acuden a las clases que se dan en espacios públicos rescatados, es decir, los que se mantienen por cooperación de los usuarios, como lo es el deportivo de la colonia Prados Verdes.
Ahí el instructor es Manuel Parra, egresado de la Facultad de Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), bailarín profesional que cambió los escenarios por las canchas de usos múltiples, sobre las que hace sudar la “gota gorda” a adolescentes y maduras, obesas y flacas, altas y bajitas, a quien quiera sentirse bien.
“Hay que entender la danza desde otra posición, del movimiento, del acondicionamiento físico; ya no hay que ver una posición filosófica ni somática del movimiento sino como una cuestión del espíritu, es cómo yo interactúo con la sociedad”.
Él tiene claro que los mexicanos somos hacedores, no pensadores, por lo que el movimiento social que están generando puede resultar peligroso para el sistema, cuyos representantes únicamente se acercan cuando andan en la búsqueda del voto que los legitime.
No es esa la intención: “Nosotros muchísimas veces hemos abierto espacios donde el gobierno se interese pero más allá de un voto político que, muchas de las veces es lo que viene a buscar, que vengan y que realmente sientan y digan: ay, esto debe ser parte de… pero ellos dicen: zumba, porque ellas no piensan, ellas no se preocupan, porque tienen gente y es lo más rápido, lo más económico, lo menos sustentable”.
Lo que es cierto es que las mujeres aprenden a pensar, a analizar sus problemas y a tomar decisiones para resolverlos, en un taller que imparte Joseph Nava al término de la activación física, llamado “Confesiones de mujeres”.
“Hay cosas que uno no le cuenta a nadie, que se las guarda y se las lleva hasta la tumba pero como les digo en el taller a las mujeres, eso nos produce algo en el cuerpo, lo trae uno tan presionado que no sabes ni a quien decirle; imagínate situaciones en las que has vivido, durante años, una violación, maltrato o algo más grave, eso no lo puedes confesar a nadie, ni al sacerdote, entonces estas mujeres vienen y de una forma anónima lo exponen y reciben como 10 o 20 ayudas a la vez, puede haber diferentes pensamientos, puntos de vista, de lo que podría hacer”.
La dinámica en ese taller es que las mujeres escriben en una hoja el problema que las aqueja, la cual se dobla y se deposita dentro de una bolsa o simplemente en el suelo formando un montón del que el instructor va tomando, una por una, y les da lectura en voz alta, para socializar el conflicto que la mayoría de las veces encuentra solución con base en la experiencia de las escuchas.
Las “Confesiones” van desde fantasías eróticas y sexuales hasta delitos como el secuestro, las desapariciones, el incesto y violación, pasando por violencia intrafamiliar y deterioro de la autoestima por el hecho de acudir a la danza y al taller o valores como la lealtad y la fidelidad.
“Hemos hecho encuestas con toda la gente que tenemos y muchas quieren sentirse bien, rendir más en el trabajo, mínimo poderse agachar y amarrarse las agujetas; verse al espejo y decir: soy bonita, me veo bien; eso nos dice que hay una necesidad fuerte no solo de venir y entretenerse”, indicó Joseph Nava, quien cuenta con una formación de seminarista.
La danza y el taller son precisamente los instrumentos que han permitido establecer que el sobrepeso y la obesidad no se van revertir con dieta y ejercicio sino que se requiere un trabajo de más profundidad, al menos como dice el eslogan de Feeling Dance, en “cuerpo, mente y espíritu”.
Pero todo ese trabajo es mal visto por la competencia que hay en el mercado del acondicionamiento físico y sus detractores han intentado sacarlos de la colonia con argumentos baladíes como que ponen música y hay enfermos en las casas cercanas al deportivo que requieren de silencio, pero únicamente utilizan una bocina, durante una hora que dura la danza.
Que se están haciendo millonarios en un espacio público, por los cientos de mujeres que acuden, hasta 500, en las que han llamado macroclases, el 25 de cada mes, debido a que el 25 de noviembre es el Día Contra la Violencia Familiar, cuando la mayoría de ellas no cubren la cuota de 10 diez pesos, aunque solo ocho son para los instructores, los otros dos se pagan al ingresar al espacio público.
“Aquí viene gente que no tiene para pagar 8 pesos; hay gente que me dice: maestro fíeme la clase, maestro hoy de verdad no tengo ni para los frijoles y les digo ven a mi clase aunque no tengas dinero. Yo he sido criticado por otras disciplinas y me han dicho que me voy a morir de hambre pero creo que he ganado más, he ganado mucha gente que me aprecia, nos aprecia y quiere este proyecto, entonces yo estoy feliz por eso”.
Incluso, cuando alguna de las asistentes tiene algún problema económico, la cooperación se le dona en una muestra de solidaridad y quienes hacen la recaudaciónentienden por qué el ayuntamiento rechazó la propuesta de que los ingresos fueran para el parque y a los instructores se les pagara 200 pesos por clase.
En ese proceso propusieron que los espacio públicos se concursen pero el encargado del programa Hábitat del municipio, les dijo que había mucha gente que no está en condiciones de competir pero es muy “chambeadora”, entonces le propusieron capacitarlos para que puedan competir, oferta que tampoco fue aceptada.
“Nos tocó hacer mucho escándalo, cerramos la calle, nosotros no partimos de esa situación pero así se acostumbró el gobierno y así funciona el gobierno, tuvimos que hacerlo” y ya llevan cuatro años trabajando en ese parque, donde también está formando entrenadores que son los que tienen a su cargo el programa en otras 25 colonias y varios municipios y que ya están en etapa de certificación por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes, del Centro Nacional de Danza y de la UMSNH.