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MORELIA, Mich., 12 de octubre de 2014.- La habilidad en los dedos y el peso en la espalda es el esfuerzo que dejan artesanas michoacanas en los trabajos basados en el telar de cintura, cuya labor la mayoría de las veces es poco valorada e incluso entra al juego del ‘regateo’ entre los turistas que desconocen un trabajo que puede tardar hasta cinco meses en realizarse.
Pese a ser una técnica que hace medio siglo se realizaba en cientos de comunidades de Michoacán, en la actualidad son pocas las comunidades michoacanas que elaboran rebozos bajo esta técnica textil.
Pese a la mala situación económica y la disminución en las ventas que se ha detectado en la entidad, aún quedan manos michoacanas que enrredándose en hilos multicolores pueden hacer creaciones únicas que caracterizan a la artesanía de Michoacán.
A decir de Jaime Antonio Ferreyra Medina, quien a raíz de aprender esta técnica se convirtió en instructor de talleres que se imparten en el Museo Michoacano para dominar este tipo de trabajo, refirió que viene desde la época prehispánica y varias comunidades aún siguen conservando estas técnicas de elaboración entre la población náhuatl, purépecha y mazahua.
“La práctica se ha perdido en un alto porcentaje, hace 50 años se tejía en bastantes pueblos de Michoacán, una de ellas era San Juan Nuevo, desgraciadamente en varias comunidades se ha perdido por el avance de la modernidad y entrada de telas industrializadas, cuando planteamos tela artesanal intervienen varios pasos es comprensible cómo se va sustituyendo este trabajo con telas industrializadas lo bueno es que hay muchas que se han encargado de rescatarla, los más representativos de Michoacán es Ahuiran como centro rebocero indígena, eso es perpetuar la cultura, Aranza, donde se hace el único calado en el estado es un trabajo de gasa, Angahuan hacen brocados y Turícuaro, Tapacuaro, San Jerónimo Purechécuaro”, son entre otros sitios donde aún se conserva esta técnica, dijo.
Explicó que antiguamente se elaboraban rebozos en la mayoría de las comunidades en virtud de que eran las propias amas de casa quienes confeccionaban su propia vestimenta.
Por otra parte, explicó que “para el telar, se necesitan varias piezas, varas de diferentes tamaños llamados jarumos, la tazucuaque es un mecanismo que ayuda a elaborar los textiles, el rodador que separa las partes del urdimbre y la patacua que ayuda a apretar, así como la xindongua o xindari como se le llama al lazo con el que se amarran y jopáracua que le da el nombre a la amarradera de la espalda o el mecapal que alrededor de la cintura para generar mecanismos para poder tejer”, señaló.
Bajo el uso de citadas herramientas, hay rebozos que pueden tardar de tres a quince días en su elaboración así como cinco meses cuando se trata de un trabajo más fino, “los hilos se compran en centros especializados como Pátzcuaro y Uruapan, ese hilo se almidona se prepara para luego urdir enseguida el montado del telar se le adicionan otros mecanismos para poder tejer, luego desmontar y empuntar una de las partes más laboriosas se hacen a mano, llega a ser laboriosa, para realizar la barbas o rapacejo del rebozo, este trabajo consume mucho tiempo es todo a mano y en el telar, hay rebozos totalmente calados que se hacen en cuatro o cinco meses”, comentó el tallerista.
Sobre la disminución en las ventas, Ferreyra Medina, consideró que “es un problema generalizado no solo con el textil sino con la artesanía, ellos se enfrentan a los intermediarios compran por mayoreo las piezas y las revenden en centros especializados o comerciales elevando sus costos, muchas veces las artesanas venden un rebozo en 250 pesos y los intermediarios en 500 o 600 pesos hablando de las piezas más económicas, la artesana está perdiendo mucho, la gente tiende a no valorar el precio quieren abaratar el precio, regatear, hay además otro problema la materia prima es escasa, gastan para sus traslados y no se incluye eso en el precio de las piezas, hay competencia desleal”, apuntó.