Autotrónica y pilotaje de drones, novedades en el Conalep Morelia
MORELIA, Mich., 6 de julio de 2014.- En la mañana del domingo, en las afueras del Hospital Civil “Doctor Miguel Silva”, el ir y venir de familiares de pacientes internados con bolsas de alimentos y bebidas mostraba la estampa de un día cualquiera, con excepción de que las tortas y los jugos eran para los pacientes.
A las 10 horas del domingo, con notoria cara de cansancio y preocupación, los parientes seguían contando los pesitos en la bolsa para poder llevar el primer alimento del día al enfermo que ingresó hace varias horas, incluso días, en espera que la ciencia médica pueda ayudarle a aliviar sus dolores.
Al patio del sanatorio se cuelan los olores a tacos y fritangas de los puestos callejeros que están alrededor, pero para un enfermo hospitalizado, probarlos podría convertirse en su último alimento.
Los enfermos debían haber desayunado desde las 8 horas, sin embargo, esta mañana no se prepararon alimentos en la cocina, por lo que se les informó a los familiares, sin dar mayor explicación, que tendrían que ser ellos, con sus propios recursos, los que proveyeran de comida a los internos.
“A veces no tenemos ni para comer nosotros, ¿usted cree que podemos estar comprando alimento que pueda comer el enfermo? Además, nos mandan a comprar medicina bien carísima porque aquí no tienen, y ¿ahora esto?” se quejó una mujer anciana, mientras sostenía un teléfono celular que no despegaba de su oreja.
Las incontables horas de espera para conocer avances en la salud de su familiar se volvieron borrosas para algunos pues el poco dinero que tenían para comer, lo utilizaron para llevar una quesadilla, un sándwich de jamón, un yogurt o un jugo de naranja al hospitalizado.
“Tenemos que ir al Monte (de Piedad) a empeñar lo último que nos queda porque no tenemos más. Mi enfermo ya tiene 1 mes 8 días aquí porque tiene diabetes, a veces yo solo hago una comida diaria, son muchos gastos”, dijo un hombre que de su cuello cuelga un gafete verde con la leyenda “visitante” y a quien ya se le comienza a notar, en su paso y hablar pausado, el paso del tiempo, la angustia y el hambre.