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MORELIA, Mich., 16 de noviembre de 2013.- La catedral de Morelia dejó de ser el edificio más alto de la capital del estado y, aunque todavía es el referente de la ciudad, las exclusivas torres de vivienda en Altozano y Tres Marías son las que ahora atraen la vista al mirar hacia los cerros que rodean el valle de Guayangareo, provocando enfado entre quienes las ven, por la segregación social que implican.
Aunque desde la década de los 70 nuestra ciudad inició su crecimiento vertical, el concepto entonces era diferente: no había glamur en los edificios de cuatro pisos que comenzaron a surgir como hongos por toda la ciudad, gracias a los créditos del Infonavit, primer nombre que llevan colonias como La Colina, Camelinas, Revolución, López Mateos o Manantiales.
Se trataba entonces de economizar y quienes adquirían un departamento en alguno de esos edificiosera porque no tenían poder adquisitivo pero podían presumir de tener vivienda propia, así sean sin techo porque son el piso del vecino o compartiendo paredes a través de las que se escuchan gritos y susurros. Había excepciones como el edificio Géminis o la Torre Financiera aunque su uso sigue siendo exclusivo de empresarios.
La concepción de la vivienda vertical cambió, ya no son colonias, ni fraccionamientos, son “cities”, micro ciudades dentro de la ciudad, porque cuentan con todo lo que una familia puede necesitar y lo que no también, con los más altos estándares de calidad.
Ahí están la torre Infinity que, con sus 20 pisos, es la más alta de Ciudad Tres Marías de esta capital o las dos de Panorama Altozano, ambos desarrollos que se venden como parte de la nueva Morelia, donde la vida es más placentera, dice su publicidad.
Inclusive, dentro de la ciudad también hay torres, como las Revolución o Alpha aunque son más modestas tanto en tamaño como en los servicios que ofrecen aunque por su precio, millón y medio de pesos, pueden considerarse departamentos de lujo.
La característica de unas y otras es la seguridad que ofrecen, lo cual acentúa la segregación social aunque no es nada nueva en esta capital, señaló la doctora en arquitectura, Catherine R. Ettiger, investigadora de la facultad de arquitectura de la Universidad Michoacana.
“También desde su fundación; al centro era el núcleo de españoles con barrios de indios a su alrededor; a principios del XX se empezaron a formar colonias como la socialista, la industrial; al sur, el bosque.El uso de suelo ha cambiado, nosotros vemos el Centro Histórico y decimos: ay, así era originalmente, pero no era así, originalmente eran casitas de adobe muy sencillitas en el siglo XVI que se fueron reemplazando en el XVII y XVIII. Lo que vemos hoy es una ciudad de siglo XX con muchísimos edificios modernos, a lo mejor con fachada de cantería, pero que son recientes”.
No obstante reconoce que: “vemos que ponen una lona sobre una azote y lo sentimos casi como una agresión personal; vemos los cambios de los rascacielos, bueno, no rascacielos, las torres de vivienda, volteamos a ver el cerro y vemos Altozano y a todos nos causa cierto malestar, a veces, pero creo que tendríamos que pensar en la historia de la ciudad”.
La nueva Morelia vs. Centro Histórico
Entre la nueva Morelia y el Centro Histórico, éste va perdiendo, porquela políticaes impulsar el crecimiento vertical pero nada se hace para detener el decremento poblacional en el casco histórico, advirtió Eugenio Mercado López, jefe de la división de estudios de posgrado de la facultad de arquitectura de la Universidad Michoacana.
“Ante la falta de incentivos el decremento poblacional es brutal, terrible y estamos en riesgo de tener un Centro Histórico tal vez muy conservado pero sin habitantes, sin población y esto no es una exageración, son las cosas que hay que pensar y actuar porque no es un fenómeno reciente, ya se había detectado hace 10 o 15 años y en realidad nunca ha habido una política clara para apoyar la solución”.
Aunque no es un problema privativo de Morelia, sino de todas las ciudades, no solo del país sino del mundo, el especialista indicó la necesidad de repensar cómo se va manejar el Centro Histórico en específico, frente a estas nuevas dinámicas y en ello deben trabajar las autoridades, investigadores, instituciones privadas y empresarios para acordar qué se quiere de esta ciudad.
“No es cuestión de dinero sino de tener una visión muy clara de ciudad, en primero; segundo, elaborar los instrumentos adecuados tanto de planeación, de normatividad, de aplicación de recursos y, evidentemente, algo muy importe que se ha visto en los casos exitosos es que las autoridades deben anteponer los intereses colectivos por los individuales, sino vamos a seguir a merced de esos intereses privados y, por el bien de todos, tenemos que ver la otra parte, si queremos que esta ciudad siga siendo viable y vivible”.
Los dos especialistas en arquitectura coincidieron en que es imposible detener la evolución de la ciudad pero cuando una ciudad como Morelia solicitó su inclusión como patrimonio cultural de la humanidad quedó obligada a preservar ciertos valores que fueron los que en un momento le dieron esa condición de excepcionalidad.
Sin embargo, Mercado López señaló que la zona de transición entre el Centro Histórico y la ciudad contemporánea, no ha cumplido con esa función porque no hay claridad sobre su función ni la obra pública para consolidarla como tal y a fin de fin de cuentas ha quedado como una más de las zonas segregadas, cuando puede ser la solución a la problemática que representa el crecimiento de la ciudad.
El cielo como límite
Aunque quedan muchos terrenos baldíos en el Centro Histórico, en la zona de transición y entre las zonas urbanizadas en los límites del municipio, producto de la especulación, el diagnóstico del Programa de Reordenamiento de la Zona Metropolitana de Morelia es que el suelo apto para uso urbano prácticamente está agotado y no hay más opción que el crecimiento vertical.
Es por eso que ahora la política es compactar las ciudades además de optimizar los recursos de que se dispone, señaló el secretario de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del ayuntamiento moreliano, Vicente Hernández Chávez.
“Hay estudios que señalan que la diferencia en el costo de operación es de 30 por ciento entre una ciudad dispersa y una compacta; imagínate que hoy la ciudad tiene mil pesos para gestionar, entonces si se crea un tejido compacto nada más se gastaría el 70 por ciento y podría invertir los 30 sobrantes en desarrollo social, pero pasa lo contrario, ahora la federación nos da 100 pesos y mañana nada más 70”.
Los especialistas en arquitectura y el funcionario municipal coincidieron en que el esquema de la ciudad dispersa con viviendas unifamiliares está haciendo crisis y los desarrollos lejanos al núcleo poblacional se han convertido en ciudades dormitorios debido a la carencia de la infraestructura básica, principalmente en vialidades.
“A nivel mundial está siendo la tendencia a recogernos, es un proceso que no puede ser de la noche a la mañana, tiene que ser un proceso paulatino en el que podamos entender esa nueva forma de habitar, de que los ciudadanos tenemos que vivir, porque hemos crecido, somos generaciones, con este modelo de vivienda pero hoy tiene que ir evolucionando”.
Además, indicó el funcionario: “El modelo de vivienda individual lo que ha provocado es más individualismo en la sociedad, caso contrario donde se han presentado la vivienda vertical ya que ese mismo proceso ha ayudado a generar más comunidad, más cohesión social, más tejido social, pero es un proceso paulatino, entonces de que tenemos que transitar ahí, yo no sé si mañana se dé pero de que es la tendencia y en algún momento vamos a tener que llegar ahí sí. Se estuvo haciendo en los años 50 y se dejó de hacer y en los 70 como que otra vez y se volvió a dejar de hacer y llegó el momento en que retomamos esa tendencia porque la ciudad no puede seguir dispersándose, es completamente ineficiente.
“Yo creo que tenemos que aprender a crecer a identificar que tenemos que evolucionar, yo siempre he dicho que si San Pedro y Roma hubieran tenido detractores como los que luego encontramos, pues San Pedro sería un jacal. Fue creciendo, evolucionando y hubo muchos estilos en la basílica de San Pedro, lo mismo en nuestra ciudad, tenemos que evolucionar, finalmente la Catedral va a seguir siendo el referente de nuestra ciudad, pero la Catedral no nos da transporte ni agua para una ciudad dispersa”.