MORELIA, Mich., 11 de junio de 2013.- Las actividades del crimen organizado han afectado ya la vida de los mexicanos y Michoacán no es la excepción. Aquí se han generado pautas de crecimiento de la delincuencia que no habíamos visto en otras partes del país y que ahora se están extendiendo a todo el territorio nacional, afirmó Gerardo Rodríguez Sánchez Lara, director general de la organización Seguridad Humana e integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia AC.

La ausencia del Estado Mexicano en varios municipios ha provocado el surgimiento de organizaciones que se apropian de las obligaciones exclusivas del Estado en materia, por ejemplo, de justicia, señaló el egresado del US Institute on National Security de la Universidad de Delaware en entrevista con Francisco García Davish en el matutino Noticias UM que transmiten las frecuencias radiales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

“No es novedad para los michoacanos el tema de que organizaciones como la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios se hayan convertido en las verdaderas autoridades en varios rincones del estado, al grado que son los que proveen de justicia, administran las relaciones empresariales, laborales, extorsionan, secuestran y hasta cobran hasta impuestos por las actividades económicas en el ámbito local”, explicó con fría claridad el también catedrático del Centro de Estudios del Ejército y Fuerza Aérea (CEEFA) y del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

Respecto del fenómeno de los grupos de autodefensa que han proliferado en los últimos meses, el especialista destacó que en ningún escenario es positivo que civiles porten y transporten armas, pues “la historia de la humanidad da cuenta de que son sociedades mucho más violentas en las que los índices delictivos de manera natural aumentan”.

No obstante, el especialista hizo énfasis en que hay grupos de defensa legítimamente establecidos en comunidades indígenas de estados como Oaxaca, Michoacán y Guerrero, muchos de los cuales están debidamente reconocidos por las propias autoridades locales y federales.

Esos grupos verdaderamente han ayudado a disminuir los niveles de incidencia delictiva en sus territorios, “y yo pondría el caso de los topiles en Oaxaca”, asegura el especialista quien reconoce también la existencia de grupos de autodefensa que se han organizado por el hartazgo de que no hay autoridad que llegue a sus municipios.

Sin embargo, advierte que, en el caso de Michoacán, hay comunidades en municipios que tienen viejas rencillas y el hecho de que una de estas comunidades se auto legitime para tomar el uso de las armas y administrar la justicia, de manera natural puede afectar la relación comunitaria entre localidades”.

Ese es un hecho altamente riesgoso que deben tener presentes las autoridades, pues el fenómeno “puede ser aprovechado por otros dos actores: uno, los industriales ganaderos o agrícolas que van a defender sus territorios armados de manera privada; el otro beneficiado con esta explosión mediática del surgimiento de las autodefensas son claramente las bandas delincuenciales”.

En el primer caso, la experiencia colombiana muestra cómo “se asociaron y organizaron las famosas Autodefensas Unidas de Colombia y al final del día se convirtieron en un grupo terrorista reconocido por Estados Unidos y por Europa”, en tanto que las segundas han aprovechado el fenómeno “para legitimarse ante la sociedad y seguir controlando algunos territorios en disputa”, advierte el especialista.