Cerrará el 3 de mayo periodo para recibir proyectos ciudadanos en Morelia
MORELIA, Mich., 3 de abril de 2015.-Para el Cardenal, Alberto Suárez Inda, el arranque de las campañas y el Domingo de Resurrección no es una paradoja, sino “una feliz coincidencia”.
¿Domingo de Resurrección; también resurrección de Michoacán?, se le cuestionó.
“Es la oportunidad del inicio de una nueva vida para Michoacán; para un Estado diferente”, deslizó, hábilmente.
Es cuidadoso en mezclar política y religión.
Aún así no esconde que hay una iglesia católica mucho más laica, más comprometida socialmente.
“Somos más audaces”.
Su excelentísimo encabezó los actos litúrgicos del Jueves Santo.
Lavó los pies de doce jóvenes. Tradición del cristianismo, que emulan el acto de humildad hecho por la cabeza de la Iglesia más influyente de los últimos tiempos: Jesucristo.
Ante miles de feligreses que abarrotaron la Catedral de Morelia, el Cardenal lanzó el mensaje para este días de reflexión y contracción.
La humildad fue el eje. Eje y ejemplo que heredó el nazareno, hoy perdido en un difícil y cuantioso proceso de descomposición social.
Hoy, en Jueves Santo, la fe católica se refrenda aquí; se retoma la pasión del Cristo, el hijo del hombre, para unos místico, para otros rabino, para muchos más un verdadero socialista, defensor de los desprotegidos, enemigo del poder y de cualquier forma de totalitarismo.
Y ahí va Suárez Inda: “hoy nos avorazamos y preocupamos más por el poder que por construir el futuro”.
Son las 17000, tiempo del centro. Comienza el cierre de calles.
Desde Antonio Alzate hasta Santiago Tapia; de Doctor Miguel Silva a Leona Vicario.
El primer cuadro quedaba disponible para los feligreses.
Unos mil 500 pólizas fueron movilizados para garantizar la paz, el orden y la seguridad.
No hubo precisiones sobre el número de asistentes.
Pero es cierto que fueron ríos humanos transitando por Madero, Vasco de Quiroga, Allende, 20 de noviembre, Quintana Roo.
San José, Las Monjas, Cristo Rey, San Agustín, San Francisco, La Merced y, por supuesto, Catedral.
Todo esta listo para la verbena: payasos, fritangas, globos; trovadores, algodones, esquites, tacos, buñuelos, corundas. Y más, mucho más.
En la Catedral no cabe un alfiler.
Está a “tope”. Dicen que le caben mil 500 personas. Se ven más.
Arriba, en el atrio, el cardenal, con humildad plena, total, inicia la acción del lavatorio de pies.
Siete horas antes, tiempo de Roma, el Papa Francisco hacia lo mismo, sólo que con prisioneros de una cárcel italiana. Siempre sorprendente, el santo padre.
No es una ceremonia para la foto. La cabeza de la Iglesia debe comulgar con el ejemplo: debe ser humilde, para que el rebaño siga el ejemplo. Esa es la praxis de la conmemoración.
Concluye la misa. Fue oficiada por el propio Cardenal. Una matraquera, pero también un silencio respetuoso dan paso al “Santísimo”. Cabeza abajo, los feligreses ven pasar la pequeña caja, semejanza al Arca de la Alianza, la que fijó la unión de Dios con el Hombre, según la ley mosaica y los textos bíblicos, y cuyo decálogo rige -o intenta- la conducta humana.
En el marco de la Semana Mayor, el líder católico llama, también, a la reconciliación de todos, pero con humildad.
Hombre afable, respetuoso, educado, caballero, acepta que no hay “varitas mágicas” para la solución de los problemas, pero tampoco es imposible llegar a ellas.
Ya despojado del atuendo, Monseñor Suárez Inda bromea con los reporteros:
“Me siento acosado por ustedes”.
Sin barco siempre es abierto; siempre da nota.
“Somos intransigentes y guerrosos, no tenemos humildad. Queremos las soluciones al vapor”.
Dice que el arranque de las campañas ofrece la oportunidad para “la resurrección” de un Michoacán diferente.
Bajo este contexto, el Cardenal llama a la tolerancia, a la inteligencia, a la búsqueda del bien general para todos, principalmente los desposeídos.
Habla de que tiene una buena relación con todos los aspirantes. Y en el este marco les exhorta a ganar la confianza de los ciudadanos y puedan colaborar en la reconstrucción del Estado.
El líder religioso manifiesta que
México ha hechos grandes aportes al mundo, pero lamentan que la imagen actual hacia el exterior “no sea la más brillante”.