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CIUDAD DE MÉXICO, 15 de enero de 2017.- Durante la campaña presidencial del 2016, Donald Trump fue un torbellino de caprichos y contradicciones con respecto a la política exterior, lo que hace difícil predecir cómo su administración abordará docenas de asuntos internacionales. Sin embargo, sobre Rusia era claro y consistente. A menudo elogió al presidente Vladimir Putin, defendió muchas de sus políticas y declaró con entusiasmo: “¿No sería bueno si realmente nos lleváramos bien con Rusia?”.
De acuerdo con El Economista, desde su elección, Trump ha persistido en defender a Putin, al cuestionar la valoración de la comunidad de inteligencia estadounidense sobre la interferencia de Rusia en el proceso electoral. Al nombrar a Rex Tillerson como su secretario de Estado, Trump propone al emisario perfecto para mejorar las relaciones de Washington con el Kremlin. Junto con Henry Kissinger y Steven Seagal, Rex
Tillerson es uno de los pocos estadounidenses que han disfrutado de un acceso directo y sostenido a Putin en los últimos años. Las condiciones de una nueva relación con Rusia parecen estar establecidas.
¿Pero con qué fin? Aunque su deseo de ser amigo de Putin es manifiesto, Trump ha sido muy poco claro acerca de los objetivos de política exterior que pretende lograr con las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.