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CIUDAD DE MÉXICO, 9 de julio de 2016.- La entrevista del fin de semana pasado de Hillary Clinton con el FBI es un símbolo perfecto de lo que es, probablemente, su mayor responsabilidad de cara a las elecciones de otoño: Mucha gente dice que no confía en ella.
El Economista señala que Clinton se presentó para una entrevista de más de tres horas como parte de una investigación del Departamento de Justicia sobre el sistema de correo electrónico privado que ella operaba, fuera de los libros, cuando era secretaria de Estado. El momento —menos de tres semanas antes de que ella reclamara la nominación presidencial demócrata— es un intento de sacar el mejor provecho de una situación que se ve mal para cualquier candidato, pero que es especialmente perjudicial para Clinton.
Que la entrevista en la sede del FBI haya sido voluntaria no borra el olor de sospecha que rodea todo el asunto del correo electrónico que, para muchos votantes, confirma una visión tradicional de que Hillary Clinton opaca la verdad o juega bajo sus propias reglas.
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