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URUAPAN, Mich., 7 de mayo de 2022.- En entrevista para Quadratín, Víctor Manuel Barceló Rodríguez, embajador de Uruguay en México, aseguró que la estabilidad de su país, en buena medida, se debe a la alternancia alcanzada entre las tres principales fuerzas políticas, lo que ha permitido que todas las visiones se hayan incorporado al tejido institucional y normativo nacional.
Además, considera que el ser un pequeño país de 3.5 millones de habitantes, les facilita la concertación de intereses. “Tenemos un sistema institucional democrático muy fuerte, con mucho diálogo político”, subrayó.
De las relaciones con México, el representante de la también llamada Suiza de América, considera que son buenas en todos los sentidos; “muy parejas”. En lo económico, hay acuerdo de libre comercio, predomina la balanza en favor de México, al que exportan productos primarios, destacando el arroz, del que es su segundo principal proveedor, después de Estados Unidos; y de México, importan productos industrializados, destacando automóviles, refrigeradores y toda la línea blanca o de cocina, que, a decir del embajador, “es muy pero muy buena”.
En lo cultural, el diplomático muestra gratitud por el homenaje a Mario Benedetti y el gesto de haber sido país invitado a la Feria Internacional del Libro de Uruapan; así como ocho días atrás estuvo en Tijuana, en el festival cultural Fandango por la lectura, en el que igual se dieron cita artistas, funcionarios públicos, diplomáticos, docentes y estudiantes, para promover la lectura y el amor por los libros, evento encabezado por Beatriz Gutiérrez Müller, presidenta del Consejo Honorario de Memoria Histórica y Cultural de México. En Guanajuato, en julio próximo, su país hará el Pre-Cervantino, con la presencia de una amplia oferta cultural, mientras que, por todos lados, no faltan las celebraciones de las letras del autor de Pedro y el Capitán, La Tregua o Inventario, y de tantas obras más, que ya se encuentran en el escaparate bibliófilo uruapense. “En lo cultural estamos muy bien, nuestras relaciones son inmejorables”, estima.
ALTERNANCIA Y DIÁLOGO, LAS CLAVES
Atorado entre los dos grandes del sur de América, Argentina y Brasil, Uruguay representa una singularidad en múltiples señales civilizatorias, como el haber sido el primer país del continente en permitir el voto de las mujeres y el primero en el mundo en crear una asignación universal a la vejez; además de otras envidiables métricas de diversos órdenes, como el desarrollo humano, el desarrollo democrático o la esperanza de vida. Interrogado sobre este milagro uruguayo, el diplomático responde a Quadratín que la clave está en la alternancia en el poder de las tres principales fuerzas políticas, y el respeto que han alcanzado entre ellas, para fortalecer la institucionalidad democrática.
Considera que tienen un sistema institucional democrático muy fuerte, con mucho diálogo político, y que “no ha habido grandes cambios, transformaciones muy profundas, sino que se construye sobre lo que se dejó”, y nadie estaría dispuesto a perder lo que se ha conquistado, por ejemplo, en lo social, buena distribución del ingreso, buen sistema de previsión social, etc., pero además, cree que “una ventaja es que somos pocos y es más fácil administrarnos”.
Observa que están cerradas las heridas de la década de los setenta, después del golpe de estado, la dictadura militar, las desapariciones y la represión generalizada a la oposición, a pesar de que “no ha habido justicia, hay desaparecidos cuyos cuerpos no se han encontrado”; no obstante, el diálogo institucional es muy fuerte, está abierto y no cancelado.
De la propuesta del presidente mexicano López Obrador, de una integración de América Latina y el Caribe, “nosotros siempre hemos priorizado esa integración, pero reconociendo que hay en el subcontinente visiones diversas. Es necesario aprender a vivir con esas diferencias”, buscando lo que une.
Finalmente, y para que no quede duda, recalca que uno de los grandes íconos del tango, Carlos Gardel, es uruguayo y no argentino, aunque “ellos dicen que es de Francia”, apunta, salpicando una histórica y tal vez inútil disputa; lo único seguro, advierte con cierto humor, es que Gardel no es argentino.