LÁZARO CÁRDENAS, Mich., 11 de septiembre de 2014.-Aparte de la inversión, está séptima gira presidencial también dejó señales.

Dos claras, muy claras que tienen que ver con el proceso electoral que prácticamente esté en ciernes en Michoacán: Castillo no se va y Chon Orihuela, el aspirante al Solio de Ocampo, es solicitado para viajar en el avión presidencial, al lado de Peña Nieto.

En el refilón del acto, el clásico periplo presidencial: selfies, más selfies y selfies. Besos, saludos, abrazos.

Una liturgia hecha costumbre durante las visitas del mexiquense.

Jara aprovecha que parte de su gabinete se encuentra arrinconado en una esquina, por donde pasa la figura del presidente y le solicita la foto del recuerdo:

Monroy, El Vale, Rodrigo Maldonado, Mauro Ballesteros, Paco Lara, el de los pueblos indígenas y otros más se arrejuntan, posan, se acomodan el pelo.

Los reporteros locales ya se la saben, principalmente las damas tundeteclas: se pegan a la valla, so pretexto de la foto, pero en realidad van a la entrevista.

Ya acosado, Peña Nieto no tiene más remedio

-Son periodistas locales?-, interroga antes de responder.

-¡Sí, señor!-.

Los manotazos de los escoltas presidenciales salieron a relucir.

“Retiren los celulares, por favor”, eran las exigencias militares.

Un grito al aire de una compañera:

“Señor, ¿se irá el Comisionado Castillo?”.

“No, hasta que concluya la la labor que se le encomendó”, dijo el inquilino de Los Pinos, amable, sonriente y levantando el dedo pulgar, en señal de agradecimiento.

Declaración suficiente para dar nota, más aún cuando el enviado presidencial se encuentra en el ojo del huracán y en la mira de partidos políticos, senadores y diputados de oposición que consideran “una figura acotada”.

En el fondo, en la parte alta de las imponentes grúas de unos 60 metros de altura que sirven para el descargue de contenedores, francotiradores de la Semar, apostados de manera discreta.

Así lo requiere la visita del presidente.

Finalmente viene a Michoacán, cuna templaria y ejemplo de descomposición institucional, no a Disneylandia.

El presidente arribó cerca de las 14 horas, media hora más tarde de lo programado.

Cuatro aeronaves Puma, dos con el camuflaje militar de la Secretaria de la Defensa Nacional y dos más de presidencia de la República, surcaron el cielo y aterrizaron el los patios de la central de contenedores de este puerto, la segunda etapa que inauguró el presidente y cuyo costo se integrará a los más de 11 mil 300 millones que la administración peñista destinará para la modernización del puerto.

Una hora y media fue suficiente  para que el comisionado Castillo refrendara sus números; Jara Guerrero mostrará su agradecimiento y reconocimiento al presidente “por su arrojo y valentía” para empujar las reformas estructurales; y para que el titular de la SCT, Ruiz Esparza expusiera el potencial de la red portuaria nacional.

Luego de 16 minutos de intervención, el presidente Peña baja del templete y se dirige al respetable.

A la par, el senador priísta, J. Ascensión Orihuela, sale de la escena.

De hecho es el primero en tratar de abordar una camioneta suburban; era acompañado por un hombre vestido tipo militar, quizás de Estado Mayor Presidencial.

Más tarde trascendería que el zitacuarense fue invitado para acompañar al presidente, Peña Nieto.

El encuentro no tendría mayor interés, pero la búsqueda por la candidatura del partido Revolucionario Institucional al gobierno del Estado, abre variables.

Primero, por helicóptero al Aeropuerto Internacional de Zihuatanejo, la Perla del Pacífico.

Después, el itinerario incluía el “viaje todo pagado” en avión hasta la ciudad de Mexico.

Chon Orihuela iría acompañado del Presidente, siempre del Presidente.