MORELIA, Mich., 1 de octubre de 2015.- Terminó el periodo de tres años, ocho meses y 15 días, marcado por la inestabilidad política, social y económica, en el que hubo tres gobernadores, Fausto Vallejo Figueroa, quien pidió licencia por motivos de salud y cuyo gobierno se vio eclipsado por los vínculos de su hijo Rodrigo Vallejo con los Caballeros Templarios; Jesús Reyna García, quien cubrió el interinato ante la ausencia Temporal de Vallejo, y hoy recluido por presuntos nexos con el crimen organizado, y finalmente, Salvador Jara Guerrero, quien dejó la rectoría de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para entrar al quite en el solio de Ocampo.

 

Y en medio de todos, la presencia del comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, enviado por el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, a poner orden en un territorio descompuesto, sin fortaleza institucional y convertido en un riesgo para la gobernabilidad nacional ante el surgimiento y consolidación de los grupos de autodefensa.

 

Fausto Vallejo llegó marcado por las sospechas. Recordemos que el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa reconoció su triunfo como gobernador del estado un día antes de que el ex alcalde de Morelia rindiera protesta ante el Congreso del Estado como mandatario. La hermana de Calderón, Luisa María, candidata de Acción Nacional y contrincante de Vallejo Figueroa, había denunciado la injerencia del crimen organizado a favor del abanderado priista, lo cual puso haberse comprobado dos años más tarde, con la colección de videos en los que funcionarios del gabinete vallejista y su propio hijo menor aparecen departiendo con Servando Gómez Martínez “La Tuta”, líder criminal en la entidad.

 

Pero también, Fausto Vallejo Figueroa asumió, primero la candidatura de su partido y, posteriormente la gubernatura de Michoacán, gravemente enfermo, situación que lo obligó a ausentarse por un periodo de seis meses en 2013 dejando encargado del despacho a Jesús Reyna García, y finalmente tiró la toalla en 2014, ya con la presencia de Alfredo Castillo Cervantes en Michoacán.

 

Salvador Jara Guerrero asumió el gobierno el 20 de junio de 2014, en medio de la crisis social más profunda de la historia reciente de Michoacán. Académico de trayectoria ampliamente reconocida, Jara Guerrero carecía de experiencia política, por lo que decidió compartir las responsabilidades de la seguridad con el Comisionado federal.

 

El periodo de Jara Guerrero, que se extendió a lo largo de 15 meses, estuvo marcado por las fuertes presiones de grupos políticos y sociales, con la marcha del comisionado Castillo y con el reto de restituir al Estado su fortaleza institucional, al margen de imponer orden en las finanzas y garantizar la realización de las elecciones del 7 de junio de 2015.

 

Quizá este último hecho es el resultado más importante de su gestión. Prácticamente todos los  pronósticos y análisis coincidían en que Michoacán tendría graves dificultades para llevar a cabo los comicios; la amenaza de la CNTE ante las acciones de la federación para acotar su influencia en diversos estados era latente. Sin embargo, de la mano del Grupo de Coordinación en el que participaron fuerzas federales y de seguridad como el Ejército, la Marina Armada, la Policía Federal, el Cisen, la Procuraduría estatal y la PGR, se logró implementar las elecciones superando inclusive una participación superior a la media nacional con un 54% de votación. Los resultados de la elección son conocidos, permitiendo la alternancia del PRI al PRD.

 

Enfrentado con múltiples sectores ante la falta de liquidez de la entidad, Jara Guerrero tuvo que asumir una decisión trascendental para Michoacán: frenar los pagos que adeudaba el gobierno a cientos de proveedores para ordenar las finanzas. Esta acción le causó muchos conflictos sociales y puso en riesgo la viabilidad de miles de empresas, sin embargo, permitió a la administración estatal tener claridad sobre la cantidad de la deuda del estado, que hoy se sabe es de 27 mil millones de pesos, y transparentar en qué se ha gastado cada peso que ingresa a las arcas michoacanas, lo cual no se conocía.

 

Los 15 meses de Jara Guerrero al frente del Ejecutivo estatal permitieron a la entidad dejar atrás su peor etapa; sin duda el académico no pudo resolver de raíz todos los problemas que aquejaban a Michoacán, su gobierno fue de transición, no tuvo tiempo de planear sino de atender, entender y tratar de resolver el caos financiero, político, social y de seguridad en el que dejaron los últimos periodos de gobierno a Michoacán.