Última llamada
NÚMEROS FRÍOS Y PREGUNTAS INCÓMODAS
Etelberto Cruz Loeza
Por supuesto que no se ha superado la capacidad de asombro, mas tampoco es justificable la ola de inseguridad=violencia – por la razón que sea, de la delincuencia organizada o de la violencia política, como estrategia de lucha social -, que, aunque sea incómodo afirmarlo, muestra la incapacidad, incompetencia, indolencia, impasibilidad, imposibilidad del Estado – Federación, estado o municipio – para contenerla, enfrentarla y resolverla o llevarla hasta los índices de hace una generación y que, de seguir creciendo de la forma en que lo está haciendo y utilizando los medios con los cuales se manifiesta, es indudable que está en juego la estabilidad del país.
Es evidente que el orden social y la estabilidad política están en juego y la única forma, manera y estrategia para enfrentarlo, contenerla y resolverla, es aplicando la ley y que cada uno de los sectores sociales responsables de una función social la cumpla a cabalidad y con calidad: que los padres de familia enseñen hábitos de respeto a la autoridad y a las normas, que la Iglesia refuerce esos hábitos y fortalezca su misión pastoral e introduzca el miedo, que el gobierno, tenga autoridad y gobierne para todos y aplique la ley y se reconstituya el estado de derecho y vigencia de las leyes y que la política cumpla su función de ser un mecanismo de solución para resolver los conflictos sociales en base a la ley, no a corruptelas.
Es lamentable que se digan tantas sandeces, como: los mensajes telefónicos de todo origen – desde oficial-público hasta de la delincuencia – previos a las muertes de los alcaldes; de los llamados de atención y solicitudes de auxilio de estos, mientras vivieron y la falta de respuesta, con la consabida solución final.
Mucho más lamentable es que autoridades públicas-estatales y Federales – informen que “La muerte del presidente municipal de Pungarabato es culpa suya, por viajar a deshoras de la noche, en horario inconveniente, y en sitios peligrosos”; es lamentable que se tengan tantos datos de quienes son los cabezas de plaza, halcones, operarios, escoltas de los carteles – incluyendo nombres, alias, áreas de influencia, socios y demás – que operan en buena parte de las zonas de riesgo en el país, particularmente, en este caso, en la Tierra Caliente de Guerrero y Michoacán, ¡Y no se les detenga! ¡Ni siquiera como sospechosos! Sin caer en el sospechosismo, ¿No se le hace sospechoso?
Son preguntas – o buenas o malas – , ¿señores responsables de la seguridad social, cuáles son las horas convenientes y los lugares recomendables en los que los ciudadanos y su familia pueden andar y contar con la “protección” del Estado-gobierno-autoridad? ¿Debe ser uno=la sociedad rehén del miedo y del espanto?
Y todavía es mucho más lamentable que las cifras “no cuadren”: en el operativo delictivo que produjo la muerte del presidente municipal de Pungarabato – Ambrosio Soto Duarte – el parte judicial indicó que en el lugar de la emboscada había al menos 600 cartuchos percutidos de diferentes calibres: de los cuales, cerca de 300 impactaron el vehículo oficial – del presidente municipal -, 150, en el de los escoltas y 150 no dieron en el blanco y la unidad en la que viajaban los agentes federales recibió al menos ¡200 impactos de bala! (Odiosas preguntas: finalmente ¿cuántos casquillos encontraron, de cuántas balas? ¿Y los agentes federales y escoltas no dispararon? ¡Qué mala puntería tienen! Imagínense cómo quedaron los vehículos después de un tiroteo de 15 minutos y qué de dinero tiene: ¡Que dejar ahí un rifle especial, Barret 50! Esos no los compran en cualquier Oxxo o farmacia del Ahorro).
Es lógico que prepararon el operativo, sobre todo si los servicios de inteligencia=halconeo de los malosos lo vigilaban. Una única carretera entre San Lucas y ciudad Altamirano…esperar y ¡zas!
Dígase lo que se diga – lo protegimos lo más que pudimos…se hizo lo humanamente posible…ninguna autoridad debe ser cooptada o víctima…no pueden ser tolerados en nuestro país -, este operativo mafiosos, con el conocido resultado funesto conocido, muestra la impreparación, la incompetencia, la falta de experiencia, y exceso de confianza, de los elementos de los cuerpos de seguridad del Estado-gobierno-autoridad.
Pareciera que no estaban de servicio: que ir dos en la cabina de la camioneta o en la caja… ¡Por favor! Se nota que la realidad y la experiencia no les han enseñado nada, ni la historia tampoco. Si hubieran estado de servicio, tal vez, otra cosa habría-hubiera pasado…
El arzobispo de la diócesis de Chilpancingo, Salvador Rangel, sobre este hecho – y otros más por el mismo corte – dijo: Es consecuencia de la excesiva tolerancia que se ha mostrado ante la delincuencia organizada, lo que provoca hechos como el asesinato de Ambrosio Soto Duarte. No ha habido mano fuerte, no se ve una intención decidida de parte del gobierno para combatir la delincuencia organizada, por eso, lugares como Arcelia y ciudad Altamirano han sido escenarios de hechos delictivos. Se entiende que no hay policías suficientes, pero, también, hay momentos en los que se advierte que tampoco existe voluntad para impedir que el mal crezca. TODO ES LAMENTABLE.
¿Qué tanta razón y objetividad tiene el arzobispo de Chilpancingo?
Curiosamente, ahí mismo en ciudad Altamirano dicen: Ciudad Altamirano no es un lugar donde prevalezca la violencia, aquí el pleito era con el alcalde, con Bocho, no con los ciudadanos…era la segunda vez que Bocho era alcalde y ni una sola obra, nada; las calles y las avenidas tiene muchos hoyos…En ciudad Altamirano no había violencia, todo estaba muy tranquilo, pero nomás llegó el gobierno – los elementos de la policía federal – y ¡viera todo lo que pasó! Esos cabrones nada más llegaron a robarnos, a saquear casas, a llevarse los automóviles…hicieron su agosto… donde sí hay muchos problemas es en San Miguel Totolapan, ahí está Juan Mendoza, uno del PRD, pero ahí sí desaparecen, roban, matan y secuestran, pero ahí nadie se queja. Hay pueblos que se quedan solitos. Ya nadie les ayuda.