Libros de ayer y hoy
Autoridad, por favor
Pablo Hiriart
Resulta incomprensible que el gobierno responda con un “cárcel a empresarios rebeldes” –como interpretó en sus ocho columnas un muy respetable diario nacional- a la angustia del sector privado de entidades donde la ley la ejerce la Coordinadora.
Quienes trabajan y producen en Oaxaca y Chiapas están entre la espada de la CNTE y la pared del gobierno.
Hemos llegado al borde del enfrentamiento civil en esos dos estados, y es consecuencia de falta de ejercicio de la autoridad.
¿Hasta dónde van a dejar actuar de manera impune a los miembros de la CNTE con sus acciones de boicot al trabajo, a la economía y al libre tránsito de personas y de bienes?
Es una trampa, es cierto. La Coordinadora y sus aliados quieren que el gobierno reprima y así acusarlo en foros internacionales.
Y para no caer en la trampa, ¿se les va entregar Oaxaca, Chiapas y la reforma educativa?
Entonces cuando lancen su siguiente embestida, con los mismos métodos violentos, ¿le van a entregar la silla presidencial a su candidato y líder, para “no caer en la trampa” de la represión?
Parece que al fin se organizó la sociedad oaxaqueña en defensa de su vida cotidiana, y diversas empresas paralizaron actividades en demanda de que el gobierno federal cumpla con “rescatar la actividad social, económica y cultural de nuestro estado”.
Y del lado de la Coordinadora llamaron a los padres de familia a “reportar” a las empresas que paren actividades y “ajustar cuentas con ellas”.
Ya sabemos qué significa en el lenguaje de la CNTE eso de “ajustar cuentas” con quienes no están de su lado.
De hecho ayer mismo, en Chiapas, integrantes de la CNTE y grupos afines asaltaron un hotel Marriott en Tuxtla Gutiérrez, bloquearon centros comerciales, y cercaron Home Depot, Chedraui, Soriana, Sam´s, Aurrerá, Walmart, así como tiendas y bodegas de Bimbo, Elektra y Coca Cola.
¿Qué es eso? La consecuencia de la falta de aplicación de la ley.
Está muy bien que dialoguen con la CNTE, pues aunque son minoría entre los maestros, son muchos y no se les debe cerrar la puerta.
Lo que no está bien es que les permitan delinquir mientras dialogan.
“Diálogo, diálogo, y más diálogo” dicen el PRI, Morena y Alfredo Harp. Sí, diálogo y más diálogo. Pero a los perjudicados por los delitos de una de las partes, los empresarios, trabajadores y artesanos, no se les puede amenazar con cárcel para contentar a los violentos.
Los oaxaqueños organizados han expuesto (El Universal de ayer lunes) que el gobierno debe “hacer uso de las atribuciones y mecanismos legales y legítimos que se les ha conferido”.
Piden que se ejerza la autoridad. Desde luego con inteligencia: no van a pretender disolver una manifestación a tubazos y menos a tiros.
Pero donde se esté cometiendo un delito, como es incendiar autobuses, agrediendo a disidentes, o en el bloqueo de carreteras, en el asalto de radiodifusoras o de establecimientos comerciales, la autoridad tiene que impedirlo y detener a los delincuentes.
Y si éstos se resisten la autoridad tiene que usar la fuerza, que para eso está facultada por la ley.
Lo que no puede suceder, es que el gobierno amague con cárcel a empresarios estrangulados, y le dé interlocución privilegiada a los estranguladores mientras delinquen.
Eso nos lleva a escenarios de confrontación entre mexicanos que tiene horizontes ominosos y un alcance insospechado. Entramos en zona de peligro