TRAS BAMBALINAS: Más que fiestas decembrinas, esto es un impúdico carnaval

Por JORGE OCTAVIO OCHOA.- Todavía no empiezan las fiestas decembrinas y esto parece ya un carnaval. Unos enseñan el hombrito; otros, de plano asoman el corpiño pero, los más, se bajaron ya los calzones.

Así de impúdico y grosero es el escenario electoral que le espera a los mexicanos este año nuevo, que está ya a la vuelta de la esquina, con el espectáculo grotesco de una pantomima de postulaciones.

Hay algo que los hermana a todos: el autoritarismo, la verticalidad. Ni Meade, ni Anaya, ni mucho menos Andrés Manuel López Obrador son un producto democrático. Son, si acaso, resultado de un ejercicio interno de partidos en los que ni lejanamente impera la democracia.

Pero, con todo y eso, el 2018 será un año divertido, amable y sufrido lector porque, si lo tomamos con optimismo, es nuestro momento de venganzas y de recuperar, al menos por unos segundos, El Privilegio de Mandar, y de mandar a uno o a varios a “la chingada”, que es un rancho.

Y digo que será un año divertido porque, mire, todavía no empieza el partido y ya se están metiendo zancadillas, no unos contra otros, sino dentro de los propios partidos; porque los descalabrados son muchos y hay una cauda de descontentos.

El más patético y evidente es el del autoproclamado “Frente”, que al final ni fue Frente, ni fue ciudadano, y se quedó con un nombre extraño para una coalición: “Por México al Frente” que, de suyo, ya tiene la preposición y la imposición como distingo.

El muchachito violento logró pasar por encima de todo y todos, acompañado por una no menos soberbia, pero sí menos inteligente: Alejandra Barrales, que se bajó del caballo en marcha y podría dejar embarradas sus ambiciones en el camino.

¿Por qué decimos esto? Pues simplemente vea usted en manos de quién quedó la dirigencia nacional del PRD: Manuel Granados, director del Jurídico en el Gobierno de Miguel Ángel Mancera y, según Proceso, distanciado de la Barrales.

Más claro ni el agua. O aquella se alinea por la izquierda o en chico rato, hasta sin candidatura se queda. Los Chuchos y las demás corrientes dominantes del PRD hicieron este acomodo, para blindarse y para dejar opciones B, C, D, E y las que se necesiten en el camino.

Y es que la Barrales dejó tanta ropa de por medio, que concedió 70% de los spots de la coalición al abanderado presidencial que surgirá de las filas del PAN: léase Ricardo Anaya. Éste tendrá, además, el control de las finanzas.

Será incluso el que apruebe el diseño y el contenido de los mensajes pautados para el candidato a presidente, según reporta EL UNIVERSAL. Es decir, tendrá más exposición y más recursos económicos que los precandidatos del PRI  y de Morena.

Más agachadito no podría haber dejado Alejandra a su Sol Azteca, que además retiembla en sus centro la tierra porque hoy, después de 20 años de gobierno, ve muy cercano el riesgo de perder el poder ante Morena. La de la CDMX será una auténtica guerra a sangre y fuego. Ya lo verá usted.

Lo peor es que el Frente emana entre efluvios de traición por todas partes, porque así como Anaya lo tildan de dictador, a la Barrales la consideran la Mata Hari, que entregó todo para ser ella la candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, lo cual ahonda el tufo de derrota.

En previsión de todos estos escenarios, los grupos internos del PRD decidieron entregar a su mejor activo el control del partido: Miguel Ángel Mancera, con la posibilidad de que Armando Ahued y Salomón Chertorisky, secretarios de Salud y Desarrollo Económico del gobierno, aspiren.

De pronóstico reservado será para los perredistas ver lo que hacen cuando las encuestas parezcan perforadoras petroleras. Hasta el alicaído PRI les podrá quitar varias delegaciones, dejándolos en una pírrica segunda posición después, claro está, de Morena.

Pero ésta grave ruptura se dio a menos de 24 horas de la conformación de ese engrudo llamado “Por México al Frente”, porque Cuauhtémoc Cárdenas les dio en la línea de flotación: “Mala señal no elegir candidato por la vía democrática”.

Y las palabras del ingeniero resuenan por vía triple, porque el movimiento diseñado por Porfirio Muñoz Ledo y encabezado por Cárdenas tuvo y tiene una definición la mar de distinta y profunda a lo que son hoy MORENA y ese grotesco PMF.

La corriente crítica surgió, más allá de intereses personales o de grupo, del desgaste que el sistema político mexicano sufre desde entonces, en un intento de democratización que se fue a la borda en cuanto el PRD se corrompió, lo cual ocurrió casi de inmediato.

El PRD ha resistido tanto tiempo, porque en sus orígenes hay una columna ideológica que ahora se ha doblado. Cualquier temblorcito lo podría derribar.

Lo mismo ocurre con MORENA, porque lo dicho por López Obrador revela la monstruosidad de lo que intenta hacer: meter a la circulación política a los criminales. Pero lo más grave es que en los hechos lo está haciendo.

Ahí están los casos de José Luis Abarca, en Iguala; Eva Cadena, en Veracruz; Rigoberto Salgado, en Tláhuac o el de Alejandro Iglesias Rebollo -dueño del Lobombo-, en el DF y del cual Dolores Padierna podría explicar o decir algo antes de hacerse la santurrona ¿Y La maletas de dinero?

En su sermón del monte, en la prédica olvida decirle a su clientela que sabe perfectamente quienes son todos estos sujetos, involucrados con giros negros, desde restaurantes hasta prostíbulos y joyerías. Todos, en los bajos mundos. Ojo, cuidado a quien le queman incienso.

Este perdón o amnistía va también para los capos de Zacatecas, de los cuales tiene claro conocimiento y ahora los pretende empoderar. Les tengo una mala noticia: él también forma parte de esa “Mafia del Poder” a la que tan irónicamente se refiere.

En fin, predominan los criterios de peso y “control” político, pero ninguno plantea algo diferente para cambiar al país. Falso que se quiera combatir la corrupción. Seguimos en la demagogia de unos y otros mientras en las montañas y en los pueblos el crimen organizado sigue matando gente