Política gourmet
Pesada realidad; las peores cifras de los últimos 20 años
La realidad se le vino encima al Presidente de la República. Poco a poco, tanto al mandatario como a sus seguidores, los hechos les dan la espalda.
Hasta para sus aliados, es evidente que el nuevo estilo de gobernar ha traído consigo una profunda división social. Andrés Manuel López Obrador ha despertado los odios entre clases sociales.
El fin de semana, en San Luis Potosí, sintió en carne propia el reproche del populacho, ese al que él durante tantos años azuzó, y al que ahora acusa de quererlo provocar.
Un grupo de manifestantes se coló en el hotel donde se hospedaba y justo al término de su gira, lo interceptaron para plantearle diversas demandas. Irritado, López Obrador les exigió dejarlo descansar.
“Es un acto de provocación, atiéndalo en la instancia correspondiente. Discúlpenme ustedes pero así no me dejo intimidar por nadie”, les dijo pese a que algunos de ellos le pedían disculpas y le aseguraban que no querían molestarlo.
Víctima de sus propias prácticas y de sus excesos verbales, el Presidente de la República perdió la paciencia. Así se asoma pues, el rostro de la intolerancia, porque la máquina simplemente no camina.
El desplome de la economía ya viene. Este segundo semestre no habrá crecimiento y la violencia hoy es peor de lo que criticaban a Felipe Calderón. No se gobierna sólo con popularidad, ni mucho menos con la división.
Hoy, gracias a esa prédica, en las aulas educativas son los administrativos contra los académicos; los sindicalizados contra los de confianza; los alumnos contra los maestros; en la sociedad civil los fifis contra los chairos.
El colmo: en las iglesias, los católicos también se siente desplazados, mientras los evangélicos a su vez “pintan su raya” con respecto al gobierno y algunos han lanzado un “¡Ya basta!” a la división que vive el país.
Sólo López Obrador cree tener hoy 70 millones de adeptos. Lo cierto es que justamente más del 80% por ciento de los mexicanos no se sienten seguros en sus ciudades, pueblos o comunidades.
Al menos, en estos momentos más del 55% de los mexicanos tienen la certeza de que el nuevo régimen ha fracasado rotundamente en materia de seguridad. Vivimos las peores estadísticas de los últimos 20 años. ¿Qué celebra AMLO?
Ya desde el primer trimestre, los expertos en seguridad nacional anunciaban que había sufrido la temporada más violenta en dos décadas, con 8 mil 500 homicidios violentos.
Apenas ayer se ratificó la cifra, pero para todo el semestre, que rompió el récord que ostentaba el mismo periodo de 2018 en cuanto a violencia, al registrar 14 mil 603 denuncias por homicidios dolosos.
Lejos de apaciguar al país, los discursos de odio han enconado los ánimos. Los que de por sí se sentían marginados y desposeídos, hoy encuentran pretexto para asaltar o asesinar, porque unos pocos tienen más que los demás.
Ese es el mensaje de fondo que inconscientemente ha difundido López Obrador con sus palabras y sus actos, con una Ley de Remuneraciones que ni él mismo sabe de dónde sacó la cifra para fijarse una percepción máxima.
El Parlamento Nacional Evangélico Latinoamericano advirtió este fin de semana que hay un enfoque equivocado sobre las llamadas clases sociales, lo cual ha dividido profundamente al país.
“No podemos negar que hay gente que tiene más recursos y están en una condición económica mejor, quizá por herencia o por su esfuerzo en el trabajo”, pero no se puede odiar a alguien sólo porque es rico.
“Y un rico no puede odiar o menospreciar a alguien por ser obrero, porque ese obrero es el instrumento para que él tenga recursos. Son cosas que tenemos y debemos entender unos y otros”.
Esta fue la advertencia simple, que hizo el presidente de Parlamento Nacional Evangélico, Carlos Gordillo Meléndez, en medio de la retórica confusa que ha levantado López Obrador en torno a lo que debe ser el combate a la corrupción.
Tal pareciera que quienes logran grandes ingresos, poseen grandes casas o lujosos automóviles, son objetivo justificado para delinquir. ¡Y siquiera fuera eso! Los malvivientes matan hasta por 100 pesos en el transporte público.
La 4T ha caído en el exceso de involucrar a las iglesias y revolver la política en asuntos que ni las grandes civilizaciones han podido resolver: la ética y la moral como principio fundamental de la convivencia en una nación.
Bueno, la confusión ha llegado a grado tal, que no se sabe si es en el terreno de la política o de la religión donde entra el tema de la llamada Cartilla Moral, porque parte de principios teológicos del bien y el mal, más allá de la justicia y la legalidad
El Parlamento Nacional Evangélico Latinoamericano (PANEL) se deslindó, de forma por demás tajante, del reparto de dicha Cartilla.
Dijo que es “una cortina de humo para distraer que hay algunos colaboradores del presidente Andrés Manuel López Obrador, que son todo lo contrario a lo que dice una cartilla moral”.
Y tienen razón: ¿Cómo se puede levantar una prédicas moral cuando uno de los principales aliados de la 4T, el líder de la Iglesia de la Luz del Mundo, está acusado por los más infames crímenes de pederastia?
Todo en el discurso de López Obrador, ha caído en un alto grado de simplismo y hasta los representantes religiosos han demostrado entender un poco más del asunto en cuestión:
El pastor Fredy Luna, representante de los estados del sureste, dijo que la inseguridad es el talón de Aquiles para que la economía pueda reactivarse y de no encontrar resultados, estamos a un paso de caer en una recesión.
En fin, puestas así las cosas, que dios lo ilumine o lo perdone, porque ciertamente su arenga pública ya no enciende a las masas, menos aún cuando descobija a los miembros de Morena, que también se sentían tocados por ese manto de pureza.
Cuando habló de esos líderes “nylon” que encabezaron campesinos en el bloqueo de carreteras, se refería precisamente a dirigentes de ese partido que pertenecían al PT y que durante décadas chantajearon a las autoridades agrarias.
Algo les sabrá cuando les dice: “tienen que irse acostumbrando, nosotros no vamos a cambiar esto; se acabó el moche, el piquete de ojo”. A los que bloquean carreteras les dijo: “ahórrense el tiempo, ya eso no se acepta”.
Como se ve, es un discurso que hace parecer a los agricultores como los chantajistas, pero nunca se toma la molestia de aclarar que eran de su partido. Es un mensaje para dividir, para confrontar. Así no Presidente, así no.
Ese diálogo circular, como usted le llama, está plagado de mentiras o de medias verdades. Nos da una parte del espectro pero no toda la realidad. Por eso, hoy la mafia del poder goza de cabal salud.
OJO: Algunos forman parte de su partido, MORENA.