Libros de ayer y hoy
¿Y ahora, ante quién jurará AMLO?
Por Jorge Octavio Ochoa. Ese, que un día juró “cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes que de ella emanan”, el miércoles 6 de abril abjuró y traicionó así a la carta magna, a los mexicanos y al cargo para el cual fue electo.
Es un asunto grave, porque el primer acto jurídico de un mandatario en México es, precisamente, jurar “cumplir y hacer cumplir la ley”. Sin embargo, ese miércoles 6, él abjuró, renegó y por ende traicionó a la constitución, al cargo y a la nación.
En términos jurídicos, políticos, éticos y morales, él comprometió su palabra, pero ese día no sólo escupió a la cara a los mexicanos; pisoteó la Constitución y las leyes que de ella emanan. Ese es el tamaño de la afrenta.
De ese tamaño es el suceso. En la liturgia política, el juramento es un acto solemnísimo, ante el Congreso de la Unión, donde el Presidente en turno alza la diestra para expresar y sellar su promesa a los mexicanos y a la Carta Magna.
Es un momento único, que simboliza en toda su magnitud, la asunción al poder, con un compromiso y una responsabilidad. El 6 de abril López Obrador renegó de todo ello, en un hecho inaudito y desaforado. Literalmente, nos escupió a la cara.
Marca un hito histórico, que viene del mismo que alguna vez dijo que regresaría al Ejército a sus cuarteles y que hoy está a punto de convertirlo en el recipiendario de todo el tesoro nacional.
Ha empezado el proceso de entrega de aeropuertos, trenes, puertos marítimos, y los recursos del erario a través de cuentas bancarias del Banco del Bienestar, por donde circulará todo el dinero del Presupuesto Federal.
Ese, es el mismo que hoy nos dice: “No me vengan a mí con ese cuento de que la ley es la ley”, y que pretende ahora imponer su voluntad, aunque esto implique pisotearla.
Ese es el mismo que pretendía inhabilitar 10 años a funcionarios públicos para evitar supuestos “conflictos de interés” por el uso de información privilegiada en sus nuevos trabajos.
El mismo al que le pareció normal mandar a su secretario de Gobernación a realizar campaña de proselitismo por la consulta de revocación, en un avión de la Guardia Nacional, aunque fuera un acto abiertamente ilegal.
No fue un viaje cualquiera: en un avión oficial, de uso militar, volaron el mismísimo director de la GN, Luis Rodríguez Bucio, acompañados por el líder de Morena, Mario Delgado; gobernadores, funcionarios de los tres niveles, para actos de partido.
Ese es “el demócrata”, que tanto habla de “diálogo circular”, pero que ya dio su primer manotazo de censura a los medios, al sacar de la televisión a Carmen Aristegui.
Es el mismo que violó la ley de secrecía y resguardo de datos personales de las personas físicas y morales, para dar a conocer otra vez la riqueza de otro periodista, Carlos Loret de Mola.
Ése es el mismo, el que habla de “transparencia, honestidad y anticorrupción”, pero mantiene el 80% de las obras del gobierno en la opacidad, producto de licitaciones directas, y reserva la información por lo menos 5 años, para que nadie investigue.
Ese es el mismo que pretendía controlar y utilizar de manera discrecional los ahorros de la administración pública, para determinar a su antojo el destino y el monto del gasto público federal en lo que él considerara sus “buenas acciones”.
Ese es el sujeto que impuso a todo un país una consulta, que no emana de la voluntad ciudadana, sino de una pretensión de implantar un nuevo régimen autoritario, para poner contra la pared a sus sucesores.
Sólo los ingenuos, los necios o los estúpidos, no quieren o no pueden darse cuenta de que López Obrador ha adelantado el proceso de sucesión, y quiere convertirse en el gran elector de la próxima década, o hasta que le alcance la vida.
Es el hombre que pretende desnaturalizar el andamiaje electoral y desaparecer al INE, pese a que es la única institución del país con el mayor nivel de credibilidad y aceptación ciudadana de cuantas existen, superior al 60 por ciento.
RECONSIDERAR EL PAPEL DE LA CORTE
Por eso, en medio de esta consulta patética y manipulada, es bueno hacer un alto en el camino y utilizar el tiempo de Semana Santa para una reflexión ética, espiritual y política de lo que ocurre en el país.
También sería bueno reconsiderar las críticas que se han hecho a la Suprema Corte de Justicia pues, pese a todo, fue el único de los tres Poderes que logró frenar, aunque sea en parte, los apetitos autoritarios y desbocados del Ejecutivo Federal.
El fallo sobre la Ley Eléctrica, aunque complejo, dejó abierta la posibilidad de que los particulares puedan objetar su aplicación. De hecho, quedan vivos más de 4 mil amparos. La decisión de la SCJN no revocó las sentencias definitivas.
Los ministros de la Corte trataron de sacudirse la feroz presión a la que les sometió el Presidente de la República. Aun así, la SCJN emitió dos fallos, que se vuelven históricos en el actual contexto.
Con sus sentencias de la última semana, pusieron un freno a la actitud arbitraria del gobierno en el uso de los recursos federales:
Por un lado, declararon inconstitucional el candado de 10 años de separación que se había decretado desde el 2019, para que los funcionarios públicos no pudieran laborar en el sector privado.
Así, los ministros cortaron de tajo el secuestro de voluntades y la violación de derechos humanos que se había permitido con esa iniciativa avalada por Morena, PT y PVEM.
Luego, en otro fallo trascendental, la corte también eliminó el control que tenía el presidente sobre los ahorros de la administración pública, que le había permitido la transferencia ilegal de recursos sin consultar a nadie.
Ahí también se cortó el uso discrecional que usurpó el Ejecutivo Federal desde 2019 para determinar destino y monto de los ahorros del gobierno, para orientarlos a sus “bondadosas” becas y pensiones, que mes a mes entrega como gran patriarca.
GRAVES PREOCUPACIONES
Sin embargo, todavía quedan graves preocupaciones. Una de ellas, el inesperado e inopinado poder que este régimen ha dado a las Fuerzas Armadas, en particular al Ejército.
El país debe mantenerse en alerta generalizada, pues no sólo les ha entregado el control de un aeropuerto, puertos marítimos y aduanas. También podría entregarles el erario.
La sola construcción de sucursales de los llamados Bancos del Bienestar, han corrido a cargo de las fuerzas castrenses y todavía no está claro si los recursos de las arcas públicas circularán a través de Banjército.
Toda la distribución del presupuesto federal en manos de las fuerzas castrenses. En suma, todos estos hechos mueven a la preocupación, porque ponen en relieve toda una corriente autoritaria.
La última expresión del mandatario debe ser analizada, e incluso sometida a un psicoanálisis minucioso por el tono, la forma y el fondo de lo que dice: “No me vengan a mí…” como si arriba de él no pudiera existir nada ni nadie.
La entonación con que asienta “…la ley es la ley”, en otro desplante bravucón, de líder de pandilla, en una expresión de que, con o sin la ley, impondrán su voluntad y sus criterios.
En resumen: es preocupante que ese, que juró guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan, hoy nos diga que la Defensa y la Marina “son las columnas que sostienen al Estado democrático y de Derecho”.
Bastaría recordarle que ambas instituciones están seriamente implicadas con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y con la expansión del poderío del narcotráfico en todo el territorio nacional.
MÉXICO, UNA GIGANTESCA FOSA CLANDESTINA
México es hoy, una de las fosas clandestinas más grandes del mundo. El crimen organizado se ha cebado estos últimos dos años con los pueblos y comunidades de Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Colima, Nuevo León, Jalisco…etc, etc.
La impartición de justicia no es, ni de lejos, lo más deseable en el sexenio de López Obrador. De hecho, en Estados Unidos el FBI y el Congreso tienen abierto un expediente sobre la Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz.
Los congresistas demócratas de ese país aseguran que desde la Fiscalía se ha iniciado una persecución selectiva de los opositores del Presidente. En suma, no lo ven como un interlocutor confiable para futuros acuerdos de seguridad.
Con ese panorama a cuestas, López Obrador abjuró de su principal promesa a la nación. No cumple ni hace cumplir la Constitución. Sea cual sea el resultado de su consulta, hoy está en tela de juicio la capacidad y la estatura moral del mandatario.