Tras bambalinas

Morena, partido en descomposición
Sintomático y revelador, ha sido el hecho de que Morena, pese a ser el partido en el poder, con un peso político sólo comparable al PRI de hace 30 años, no fue nota principal, ni generó expectativas luego de su Consejo Nacional, más allá de los regaños de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que se eclipsaron con los casos Ruvalcaba y Benítez.
El lema que surge hoy es: “No soy Morenista, soy obradorista”. Las nuevas afiliaciones de ex priistas a las filas de Morena han caído como lava ardiente en el rostro de muchos de ellos, que no sólo amenazan, sino que empiezan a salir de ese partido, al que consideran en descomposición.
La designación de Adrián Ruvalcaba en la dirección general del Metro, con una cartera de efectivo, “mejor que ser gobernador de Tlaxcala”, ha enardecido incluso a los comentaristas e ideólogos de la 4T, quienes califican al ex priista como un auténtico mafioso.
“¿Para qué el show de la carta si vas a meter a Ruvalcaba? Es la antítesis de la carta que mandó la presidenta”; “ahijado político de Carlos Salinas de Gortari”; investigado durante el gobierno de Peña Nieto como agresor de periodistas.
Esa es la síntesis que sobre el ex priista, hicieron los periodistas, pro Morena, Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, y lo involucran no sólo con actos de violencia física, sino por presuntos vínculos con la banda de secuestradores “Los Claudios”, que han aterrado desde Cuajimalpa.
Indignación similar tuvo la reciente afiliación a Morena, del ex líder del PRI en Durango, Luis Enrique Benítez Ojeda, pese a que en el 2023 ofendió a la ahora presidenta de la república, a quien llamó “pend*ja” y “moralmente derrotada”, por un diferendo sobre la compra de 13 plantas de generación eléctrica a Iberdrola.
Lo peor es que el nuevo integrante de Morena, fue recibido ni más ni menos que por el mismísimo secretario de organización del partido, hijo de Andrés Manuel López Obrador: “Andy”. Pero la nueva dirigencia de Morena considera aquellos comentarios como un simple “exceso” declarativo. Así anda la desesperación del nuevo partido en el poder.
Al igual que con la reforma judicial, quieren ganar Durango incluso a costa de la dignidad. Es un partido joven, que se decanta en la descomposición de uno viejo, con un futuro desalentador pues no tiene líderes carismáticos de recambio. La ausencia de su fundador, lo convierten en un organismo inestable, propenso a enfermar, y cada vez más confundido entre ideales de izquierda y políticas de derecha.
Tras el Consejo de Morena, quedaron al descubierto fracturas graves, que se han manifestado en sucesos de violencia. La evidencia está en Sinaloa, Tabasco, Chiapas, Morelos, Veracruz. Los nuevos gobernadores morenistas acusan a sus antecesores, también morenistas, de desvíos mayúsculos del erario.
Además, empieza a gestarse otra gran confrontación, que coloca nuevamente a Adán Augusto López Hernández y su protegida, Andrea Chávez, en ruta de choque contra una de las favoritas de Andrés Manuel López Obrador, mantenida en el gabinete de Claudia Sheinbaum Pardo.
Ariadna Montiel, secretaria del Bienestar, es mencionada para la candidatura de Chihuahua, pese a la campaña anticipada de la senadora Chávez, que presumió ambulancias con su nombre y foto, con placas del Estado de México, que colocan a la gobernadora mexiquense de un lado de la disputa.
También es evidente la andanada interna que han levantado los morenistas contra Ricardo Monreal y su familia. Desempolvaron hechos, desde presunto abigeato, hasta asuntos íntimos y muy personales que, más que exhibirlo a él, ponen en relieve la autoridad moral de quienes lo acusan.
Así, en medio de estas disputas, la 4T empieza a dilapidar el único activo real con que cuenta: la popularidad de la Presidenta. Con ello han pretendido blindarse para esconder el caudal de errores en proyectos fracasados, y las deficiencias en materia de seguridad, salud, derechos humanos, transparencia y corrupción.
Lo peor es que, en su afán de fijar la idea de la “Transformación”, lo único que han fermentado es una profunda polarización social entre izquierdas y derechas, que llega incluso al odio, y que aleja cada día más, el camino de la reconciliación nacional.
La pugna reventó cuando Sheinbaum propuso combatir el nepotismo desde el 2027, lo que deja fuera de la jugada a varios aspirantes a las gubernaturas de Zacatecas, Guerrero, San Luis Potosí o Michoacán. Algunos morenistas insisten en que se empieza a desequilibrar el juego interno electoral.
Por ello las críticas se han centrado en Ariadna Montiel porque, la secretaria del Bienestar, tiene bajo su control un presupuesto ocho veces mayor al de la Secretaría de Salud (más de 579 mil millones de pesos) y maneja programas torales como las pensiones de adultos mayores y de Mujeres Bienestar.
Ella tiene a sus órdenes a 30,000 Servidores de la Nación; controla un padrón de más de 15 millones de beneficiarios en quienes el gobierno invierte más de 85,000 millones de pesos cada bimestre. Este personal entrega apoyos, visita domicilios. Son el rostro de la bonhomía de Morena.
Es clara beneficiaria del régimen anterior. Tras el triunfo de López Obrador, fue nombrada subsecretaria del Bienestar, primero con Luisa María Albores y después con Javier May, actual gobernador de Tabasco. En 2022, ascendió a la titularidad, cargo que ocupa desde entonces, lo que la coloca en una posición envidiable. Los diputados morenistas inconformes la acusan de déspota y de no informar sobre los programas sociales. Se dice que más de 80 diputados pidieron su remoción.
Por toda respuesta, sólo recibieron un desplante de Sheinbaum. Pero ellos, lejos de amedrentarse, han filtrado información en la que se acusa a Montiel de haber repartido 200 pesos por persona, a todos aquellos que aceptaron afiliarse a Morena. Así, poco a poco, ellos mismos empiezan a exhibir su propia podredumbre.
Lo mismo ocurre con la confrontación Nahele-Cuitláhuac García. Rocío acusa al anterior gobierno de un desfalco de mil 600 millones de pesos. Ahora, surgen versiones de que ella permite a su yerno la venta de medicamento a sobre precio
Lo de Tabasco, entre Javier May y Adán Augusto es parecido, aunque en este caso ya hubo baño de sangre, luego de que el actual gobernador vinculó a su antecesor con el grupo delictivo “La Barredora”. Y lo mismo ocurre con Rutilio Escandón, ex gobernador de Chiapas, enfrentado con el nuevo gobernador, Eduardo Ramírez.
Fue notoria, por ejemplo, la ausencia del gobernador de Tabasco y su secretario de gobierno, José Ramiro “Pepin” López Obrador, en el Consejo Nacional de Morena, lo que confirma la versión de que no simpatizan con la nueva dirigencia del partido que encabezan Luisa María Alcalde y “Andy” López Beltrán.
De hecho, ellos están en contra de la afiliación de ex priistas, que próximamente podrían ser postulados como candidatos del partido guinda para las elecciones del 2027, lo cual tiene muy molestos a los morenistas, como “Pepín”, que quiere a su esposa como alcaldesa de Macuspana.
El asunto es que, en menos de una década, Morena sufre una descomposición incluso más acelerada que la del PRD, invadida por apetitos de poder y grupos delincuenciales que compran voluntades y son capaces de asociarse con quien sea, incluso con el crimen organizado, con tal de extender su poder.
En el cenit de la diáspora, está la fractura que se ha registrado entre Sheimbaum y López Obrador por el caso Hugo Buentello Carbonell y el desvío de 86 millones de pesos de Liconsa, para el supuesto abasto de 50 mil bolsas de leche en polvo que nunca se entregaron. Algunos en Morena dirán “Ya bájenle, ya bájenle”