La opción
“Lectura en México 2022”
La belleza y la cultura no salvarán el mundo […] También Goebbels era un hombre cultísimo y esto no le impidió de pasar a las cámaras de gas a seis millones de judíos. La comprensión de la belleza por los otros puede ser importante. Pero no olvidemos que también hubo grandes criminales que coleccionaban cuadros.”
Umberto Eco.
La política cultural mexicana históricamente tuvo como pilares la protección del patrimonio artístico de la nación, la difusión de la obra de sus artistas, así como la promoción de la lectura y la cultura del libro. Se rememora con nostalgia las misiones culturales y de alfabetización que se promovieron durante inicios del siglo XX y al día de hoy no se han replicado esfuerzos de tal envergadura, con miras a cambiar el paradigma cultural y social de los mexicanos.
De acuerdo a cifras oficiales (INEGI), el promedio educativo en México, es de 9.7 años de escolaridad; es decir, apenas se concluye el primer año de bachillerato. Asimismo, el INEGI este año presentó que en nuestro país, el hábito de lectura de la población, es de 4 libros al año, siendo este un promedio bajo en comparación con naciones más desarrolladas.
En este contexto, también la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana reportó que en el 2021 se vendieron 99.1 millones de ejemplares. Si cruzamos esta cantidad con el número de personas alfabetizadas en México, obtenemos números aún más fríos respecto de lo que el libro y la lectura representa en la sociedad. Vale remarcar que un tema es el indicador comercial sobre cuántos libros se venden y otro el si los libros que se venden se están leyendo.
Al reconfigurarse en paradigma pedagógico-educativo después de la pandemia, el libro, a juicio personal de este autor, retomó su lugar como el vehículo cultural por antonomasia. La educación virtual por causas de la pandemia provocó cambiar las rutinas de los estudiantes y a ser, en teoría, autosuficientes o autodidactas.
Sin caer en la idealización del fenómeno lector, se debe resaltar que no hay a la fecha un objeto o invento que cambie los perspectivas y hábitos de las personas como la lectura; sigue siendo el libro un reducto de libertad y de transformación para los seres humanos.
Sea por ocio, por formación o por búsqueda genuina de conocimiento, en México ha de replantearse el enfoque gubernamental que se ha dado a la promoción de la lectura. Aún y con programas e inclusive legislación federal vigente que sustenta el actuar del Estado en este rubro, los indicadores no presentan grandes variaciones año con año. Durante la última década se han movido muy poco los índices de lectura de los mexicanos. Hay más ferias del libro, conversatorios, publicaciones de colecciones pero la gente no lee más, algo está sucediendo, algo no se está haciendo bien.
Para concluir, el acto de rebeldía que representa leer un libro en la época de las sociedades líquidas y fugaces y en la época de las sociedades que “crean” su cultura desde videos que duran quince segundos es uno crucial. Se debe reconsiderar el valor del tiempo que toma construir y transmitir los pensamientos por escrito. No son los clips de video o los tuits los que permitan alcanzar un cierto nivel de trascendencia y de enlazamiento entre generaciones.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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