• Pasividad del gobierno de México en las elecciones de EU
  • No promovió el empadronamiento de méxico-americanos
  • El Seguro mejora las coberturas de los sistemas estatales

 

 

Nadie puede vaticinar cuántos méxico-americanos votarán mañana en Estados Unidos.

 

Pero sí debe destacarse la pasividad de las autoridades mexicanas, en especial las diplomáticas, para influir más decisivamente en la confrontación Hillary Clinton-Donald Trump.

 

Informaciones fiables, inclusive corroboradas en la embajada y los consulados, sitúan en 35.5 millones de mexicanos nacionalizados o descendientes de primera, segunda y tercera generaciones.

 

Ellos tienen derecho a sufragar en los comicios de este 8 de noviembre, pero si acaso lo harán unos diez millones.

 

Las causas son variadas.

 

A la inmensa mayoría no le interesa porque duda de la necesidad de su participación y de su incidencia en el resultado.

 

Otro segmento importante, también de millones, mantiene su corazón en México y considera una traición a su origen si participa en procesos políticos de otro país.

 

Pero hay grupo otro más numeroso: la gran cantidad de méxico-americanos sin dinero para pagar el trámite de mil dólares para culminar su nacionalidad.

 

Con los papeles disponibles pueden trabajar legalmente, viajar a México a visitar familias y sus lugares de origen, y entrar y salir de Estados Unidos, y eso les basta.

 

Consecuencia de esas y otras causas: solamente unos 22 millones de esos mexicanos o descendientes de mexicanos tienen derecho a votar y no más de diez millones lo harán.

 

 

CUERPO DIPLOMATICO VIEJO Y ABURGUESADO

 

 

Dado ese panorama, ¿dónde está la omisión del gobierno mexicano?

 

La función primordial de embajadores, cónsules y representantes gubernamentales de todo nivel es procurar la protección de los mexicanos en cualquier lugar, sean residentes o visitantes.

 

Cuando apareció la amenaza Donald Trump con su mensaje xenófobo, el amago de construir un muro para detener el flujo migratorio y, más grave aún, deportar a otros once millones de mexicanos sin papeles, debió promoverse la concurrencia a los centros de votación.

 

Pero, al margen del discurso de la canciller Claudia Ruiz Massieu, no se hizo con la fuerza y la profundidad necesarias para trascender.

 

Y aunque el discurso oficial fuera en ese sentido, allá no se operó con cruzadas de largo alcance porque gran parte del cuerpo diplomático de México es obeso, viejo, con escaso interés y, aunque duela, desinteresado.

 

Muchos cónsules comenzaron jóvenes, van de un lugar a otro y tienen decenios sin regresar a vivir a México, lo cual los ha aburguesado en el sentido anímico o agringado en la visión política.

 

El mismo embajador Carlos Sada Solano ha pasado por muchos lugares -Los Ángeles, Nueva York, San Antonio, Toronto- en Estados Unidos y Canadá.

 

Eso sin analizar el lamentable paso por Washington de Miguel Basáñez, un académico cuya disfunción obligó a removerlo justo cuando más falta hacía un trabajo efectivo y trascendente.

 

En ese panorama, queda un consuelo para Basáñez: aun con sus errores, él no hizo el oso de invitar a México a Donald Trump, contra quien votaría seguramente la mayoría de los méxico-americanos.

 

 

EL IMSS SUMA SUS SERVICIOS A LOS ESTADOS

 

 

1.- Mikel Arriola impulsa una revolución prácticamente silenciosa.

 

Ha emprendido el intercambio de atención con los servicios estatales de salud para beneficio de casi toda la población.

 

La semana pasada lo hizo en San Luis Potosí con Juan Manuel Carrera, pero antes firmó acuerdos con otros gobernadores como el yucateco Rolando Zapata.

 

Pronto se agregaran otras entidades.

 

Y 2.- hoy estará en el senado el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, para empezar a despejar dudas sobre el acuerdo transpacífico, el TPP.

 

Los dos organismos manejarán audiencias públicas, anunciaron los senadores Teófilo Torres Corzo y Gabriela Cuevas.