Morelia, Mich., 24 de noviembre, 2016.-Cuando se habla de cifras, sean decenas, cientos o miles de personas que mueren violentamente, por accidente o por enfermedad, siempre nos dice poco, porque suena a algo impersonal. No obstante cuando hay nombres y apellidos, o simplemente una historia, la situación cambia.

Hace poco más de 20 años aproximadamente, conocí en la tenencia de Chiquimitío, municipio de Morelia a Luis, un niño de 10 años de edad. Primero falleció su madre y luego su padre. Bajo condiciones totalmente dolorosas y adversas. El papá de Luis se había ido a trabajar al otro lado, en el trayecto o durante su estancia en llinoios contrajo el virus del Sida.

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