Última llamada
“Réquiem del sueño Americano II”
Celaya Guanajuato, 4 de noviembre del 2016
R- Mi Santias, el fin de semana pasado me gustó el tema que describe cómo vamos en una pendiente de mal en peor,… con tendencia a ponerse del carajo.
S- Así es mi Rufo, no hay de otra si no hacemos algo inteligente desde la organización ciudadana y la verdad, no creo que lo hagamos, la forma en que hemos sido adoctrinados para volvernos consumidores y dejar de lado la natural solidaridad con el prójimo nos aleja cada día más de una solución, ya que la concentración de riqueza en pocas, poquísimas manos lleva consigo un desbalance en el poder y ataca la esencia de la democracia, y es que como dice Noam Chomsky en: “Requiem for American Dream” (en Youtube o Netflix), la acumulación de riqueza acaba con la democracia por dos razones: La primera porque a los ricos no les gusta la democracia, la consideran una amenaza a su riqueza; por un momento imagina que el pueblo elige verdaderamente a sus gobernantes y congresistas (diputados y senadores); un gobierno del pueblo con legisladores representantes del pueblo por simple inercia buscarían quitarle un poquito a los ricos para sustentar una sociedad más justa y equitativa,… y a ello se oponen los poderosos. La segunda razón, porque las campañas políticas se han vuelto muy caras; difícilmente un líder social o el mejor hombre (o mujer) puede costearlas, lo que conlleva a que el político que aspire a ganar tiene que comprometerse con quién o quienes financian sus campañas, narco incluido; con lo que termina sirviendo a los dueños del dinero, narco incluido, ¡A fuerzas!;… por lo que las acciones de gobierno y las leyes tienden y tenderán a proteger al capital, narco incluido ¡No al ciudadano!
R- Guau, haces que me acuerde, mi Santias: mi abuelo me platicaba que en los 50´s, después de la segunda guerra mundial: el Sueño Americano se caracterizaba por la movilidad social, es decir, el que era pobre podía, con el fruto de su esfuerzo (trabajo) dejar de serlo, el que era de clase media baja podía aspirar a ser de clase media alta y de ahí a clase pudiente o acaudalada. En ese tiempo la esperanza era característica de la sociedad; los ciudadanos realmente creían que el futuro sería mejor para todos y que el trabajo y el ahorro rendirían frutos para construir una sociedad más segura y con oportunidades para vivir con la dignidad de personas, para todos.
S- Es verdad, mi Rufo, así eran las cosas en el pasado. Prácticamente todos teníamos la oportunidad de ir a la escuela (y la escuela pública era de calidad, formaba ciudadanos libres y pensantes, no mano de obra para el capital) y se conformaba de esa manera una clase media creciente y pujante que sostenía la economía nacional a través de negocios y empresas cuya característica era el producir cosas, añadir valor a las materias primas a través de la producción industrial que capitalizaba el ingenio humano dentro de un modelo de comercio, que si bien ya vislumbraba aspectos de competencia, no tenía como imperativo el eliminar al competidor ni el acceder a ganancias desmedidas. Existía entonces, perro, algo que yo describiría como “ética social”; ello implicaba cumplir con compromisos, incluido el pago de impuestos o ser responsable con los trabajadores, convencidos todos de que el dinero en manos del gobierno sería usado para el beneficio de todos y que el obrero o trabajador era un mexicano que merecía respeto y que retribuía a la República. En aquellos tiempos, como señala Chomsky: en la democracia contaba la opinión pública e influía en decisiones y actos de gobierno; lo que se pudrió con el cambio de modelo (Neoliberal) que permitió la concentración de riqueza; la que de forma natural genera concentración de poder, ya que el costo de las campañas hace dependientes a los partidos políticos y a sus candidatos de los ricachones, de los poderosos (narcos inlcuidos) y este es un circulo vicioso que va creciendo y favorece a,… a,… a las corporaciones, ya que bajo la figura jurídica de “persona moral”, esconden la cara los hombres del poder y pueden así influir (presionar) por acciones de gobierno o legislaciones que les favorezcan, como las desregulaciones (ver Reforma Energética) que les permiten, hoy, casi hacer cualquier cosa; lo que produce más dinero que trae consigo más poder y obvio, más dependencia política y de gobierno.
R- Auuu, mi Santias, me asustas; así como lo platica Noam, no hay salvación, vamos en camino a un sistema de esclavitud disfrazada a través del trabajo subordinado, lo que traerá más pobreza, discriminación, problemas sociales, hambre y convulsión social.
S- Y traerá muerte (ya lo estamos viendo) mi Rufo; a menos que hagamos algo excepcional o que surjan líderes políticos y sociales con una visión humanista que permita, con el apoyo popular, revertir esto que se va a convertir en uno de los mayores crímenes contra la humanidad; la del control, abuso y explotación de muchos por pocos, muy pocos… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador