Signos ominosos
Comenzó como un trascendido que fue cobrando fuerza de rumor y en pocas horas, había adquirido ya, visos de veracidad. La especie sobre una salida del equipo Morelia con destino a Mazatlán tomó desprevenida a la afición y no pocos sectores involucrados en el deporte más popular del país.
Lastimados en lo más profundo de sus sentimientos, los seguidores del conjunto Monarca pretendieron creer que se trataba de una broma de mal gusto y afanosos, con desesperación en su inmensa mayoría, esperaron una voz oficial que saliera a desmentir tal despropósito y que todo quedara en mera especulación, como se había hecho costumbre cada fin de temporada por parte de la directiva.
Empresa mercenaria y ventajosa que dicho sea de paso, jamás dio muestras de sentir los colores del equipo y mucho menos tener el mínimo respeto a la afición. Por eso es que la ausencia de Ricardo Salinas Pliego o cualquiera de sus testaferros en las horas aciagas que han vivido los miles de seguidores del Morelia, fue una muestra más del desprecio, del marcado menosprecio que siempre tuvieron para la fiel fanaticada.
De la mano a la versión oficial que se esperó con ansias, los trascendidos plagaron en poas horas las redes sociales, sobre todo en los muros de allegados al fútbol, cronistas, ex jugadores y no pocos mal intencionados. También fueron contenido noticioso de cadenas de deportes de radio, televisión y prensa escrita.
Así los aficionados del Monarcas, como los maridos engañados, se enteraron por terceros de la puñalada mortal por necesidad que les estaba asestando ese empresario que hoy está convertido en el segundo hombre más rico de México.
De esta forma en tan sólo 72 horas se mató la ilusión de esos fanáticos que vieron con rabiosa impotencia el colofón de una trama que no estuvo fincada solamente en la realidad empresarial, sino que tuvo, tiene un soporte de perversidad política fraguada desde las altas esferas del poder, que hoy transita en el país con tal desequilibrio que ya comienza incluso a hablar de “revolución” y otros despropósitos más como desaparecer al órgano electoral, nada difíciles de hacer realidad por igual en esta dictadura de ocurrencias que se sufre en México.
El pase de la franquicia a Mazatlán -lo señalamos en el despacho extraordinario que hicimos el sábado mismo que comenzó a sonar fuerte la versión-, tiene tufo de perversidad si se toma en cuenta que Salinas Pliego es, sin duda, uno de los empresarios consentidos del régimen que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Es a través de su extensa cadena de tiendas y bancos que funcionan los 365 días del año, donde se entregan las limosnas clientelares lo mismo a gente de la tercera edad, que a desempleados, jóvenes estudiantes y a quienes de plano ni estudian, ni trabajan, los famosos “ninis” que viven hoy día de manera parasitaria, a costillas del contribuyente cautivo cada vez más castigado y perseguido por la deformación de cuarta.
Por eso es que no deben soslayarse los avisos, las señales que se mandaron al Ejecutivo estatal desde el poder presidencial a través de los personeros que tuvo a su cargo Salinas Pliego, el socio comercial con contratos y adjudicaciones directas que lo hacen ganar más dinero que jamás pensó y las consideraciones tributarias que le prodigan, precisamente a cambio de servir como tonto útil a López Obrador.
En el recuento de daños vale precisar cómo el entonces presidente de Monarcas Morelia, cantante en desuso y publirrelacionista improvisado, se presentó lo mismo a pedir respaldo a la gente para que llenaran el estadio y no dejaran de alentar al equipo que estaba en peligro de descender. Ese mismo impresentable embajador de la televisora del Ajusco quien luego de logrado el objetivo y la milagrosa salvación estuvo consumada, pagó a la noble afición con la jugosa transferencia del goleador Raúl Ruidíaz a un conjunto estadunidense.
Desmantelar el equipo, era parte de esa demostración que Morelia y su gente, no le merecían el mínimo respeto y por igual apostó por el Atlas, equipo tapatío con el que fracasaron a extremos de buscar refugio nuevamente en suelo michoacano donde el conjunto daba sorpresas y se colaba a liguillas con raquíticos plateles y rotación de técnicos de manera cotidiana.
Fue al darse los primeros escarceos en que el gobernador Silvano Aureoles Conejo defendió la plaza afectada por los inmerecidos y caprichosos recortes presupuestales y políticas agresivas dictadas desde Palacio Nacional, que la presencia del tonto útil en Michoacán se hizo presente.
Directo de Guadalajara llegó Álvaro Dávila a encabezar una trompicada rueda de prensa donde intentó responsabilizar al gobierno del Estado por la ausencia de contrataciones de altura como reclamaba la afición que no quería volver a vivir la pesadilla del descenso.
Dijo a inicios de febrero de 2017 que los jugadores estrellas del Monarcas eran objeto de “extorsión” por el crimen organizado y por ende su negativa a permanecer en las filas del conjunto.
Y fue a más en su temeridad al citar que tampoco había nuevos prospectos que quisieran venir a defender la camiseta rojiamarilla por la inestabilidad política que propiciaban cierres carreteros, bancos, plazas comerciales y principales avenidas, por parte del hoy brazo armado de Morena, esos criminales con fuero que se esconden bajo las siglas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE y sus fuerzas básicas, guerrilleros en capacitación, que matriculan en las normales públicas de la entidad.
Los propios aludidos se encargaron de desvanecer la especie, se retomó el camino y no fue sino hasta ahora, dos años después, cuando López Obrador vio llegada la hora de crear más problemas al “rebelde” Silvano Aureoles, que se da el cambio de sede, previo chantaje aún no difundido, que pretendió el dueño del equipo para que a cambio de la entrega de 50 millones de pesos mensuales, dejara en el Morelos la franquicia que hoy vuela al puerto sinaloense.
Todo ello sin que los no menos mafiosos que manejan la Liga Mx, intervinieran o alzaran la voz.
La traición de Salinas Pliego y trapacerías del bufón, están asestadas contra la afición no al gobierno del Estado. Los que van a lamentar la ausencia de primera división en esta plaza serán también empresarios, comerciantes, dueños de antros, establecimientos de hospedaje y comida. Todo lo que giraba en torno a este espectáculo futbolero cada quince días en Morelia.
Viene ahora también el dilema a resolver por parte de los dueños de palcos y plateas, víctimas de una decisión que se quiere dar carácter empresarial, pero que tiene tufo de vendetta política orquestada desde Palacio Nacional, en busca de apaciguar la rebeldía de un gobernante a quien lo único que le queda es defenderse, como “Clodomiro el Ñajo”, decían los cantantes de Palacagüina, “como gato boca arriba”…
Vale…
*Jorge Hidalgo Lugo es director general de portalhidalgo.mx