Reflexión dominical
Rueda de Molino
México necesita un presidente no un embustero irredento
Jorge Hidalgo Lugo
No hay antecedente en la historia que pueda acreditar a un Presidente de México más proclive a mentir, engañar y sentirse dueño absoluto de la nación, como el actual. Y lo más lamentable es que su conducta, que no va a modificar, aún es aplaudida por un séquito de feligreses que si les dice que el cielo es verde y el mar violeta, lo creen con devoción ciega, con fe irrebatible.
Sin embargo, lo que no puede dejar de mencionarse es que Andrés Manuel López Obrador dice en su desborde verbal, seis cosas falsas por cuatro ciertas y suma una marca impresionante de las mismas, todas documentadas, que rebasan ya las 45 mil aseveraciones que no tienen sustento real o son francas mentiras.
Y aunque pudiera ser un detalle que no debiera incidir en el ejercicio del poder, su capacidad para el embuste alcanza niveles de cinismo cuando pretende que todos se engullan sin replicar, escenrios ficticios como cuando acudió a visitar un hospital con enfermos de Covid, con un montaje de utilería barata y tan mal planeado que el supuesto paciente resultó ser un militar, miembro de sus escoltas y él se apersonó tal como lo presume, sin cubrebocas ni guardando las elementales medidas de protección.
Luego lo volvió a hacer con la versión nunca confirmada que había dado positivo en la prueba de Covid y a los tres días se paseó saleroso por el lujoso Palacio Nacional que le sirve de humilde morada. Ya no insistimos en la engañifa de cuando alardeaba antes de asumir el poder, que él y su familia tendrían a bien ocupar un pequeño departamento una vez que había renuncia a habitar en Los Pinos bajo la falacia que no podría haber “gobierno rico de gente pobre”.
Y podríamos llenar muchos espacios más detallando todas y cada una de las falacias que plagan el camino de quien además, gusta de lanzar sus embustes como si le fuera una necesidad fisiológica incontenible, algo tan necesario y vital como el aire que respira.
Pero lo que su pobreza intelectual no le permite ver es que cada día son más los mexicanos que ya no le ríen la gracia por sus sandeces y con profundo malestar reacciona, precisamente anta la falta de respeto a la elementa capacidad de contrastar lo que maneja en su fantasiosa discursiva y lo que hay realmente en la cruda y cruel realidad.
Puede ser, dicen algunos especialistas, que la mitomanía que acusa López Obrador obedezca a problemas emocionales serios e incontrolables. Sin embargo, eso no obliga a considerar o pretender presumir que todos debamos aceptar con “lealtad ciega” los dicterios y mitos geniales que lanza todos los días y que plagan las insufribles mañaneras.
Cierto que no hay tampoco en la historia un presidente de México que haya sido dechado de virtudes y no utilizara la artimaña o el ardid convenenciero para dar al pueblo el pan y circo que tanto le gusta. Pero en el caso que nos ocupa podemos señalar que raya ya en lo patológico y lo más deleznable, es que se pretenda formar una sociedad igual de enferma y con la retorcida necesidad de aceptar sus mentiras como verdad única e indiscutible.
La ambición porque México sea un pueblo hipócrita y convenenciero, acomodaticio y oportunista para tener cabida en la dictadura de ocurrencias, es la finalidad que se persigue desde el púlpito mañanero. Pero aun cuando sus mascotas y floreros lo festinen, aún hay sentido común, cordura y marcada inteligencia para poner resistencia y no dejarse engatusar.
Por ello es que las reacciones cada vez más frecuentes de insultos y agravios que lanzan a su paso en giras donde la gente ya no se identifica con el gran embaucador o que sufre en carne propia el desprecio a la verdad con que privilegia su autoritarismo y ejercicio del poder omnímodo.
No se justifica, ni es lo razonable, pero el lance de esos pasajeros en la línea comercial que le mentaron la madre con singular alegría, es otro ejemplo que el pueblo ya no es tan bueno, y sí en cambio dan muestra de sabiduría al cotejar la realidad del país que se destruye y la fantasía con que se quiere convencer que esa destrucción es lo que se necesita en el México del autócrata.
Sin embargo está visto que quien miente por deporte pierde por necesidad y es el caso del empalme de ínfimo nivel con que se pretendió dar un baño populista en el circo mañanero, con el espontáneo que llegó hasta el atril y le tomó por la cintura para susurrar le al oído una lastimosa queja por ser víctima de presunta injusticia que lo confinó a prisión.
Joven bien aliñado, corte pelo impecable de tipo militar, cubrebocas color olivo y perfectamente adiestrado para el espectáculo grotesco con que se pretendió ahora lanzar la señal que tenemos un presidente sensible, receptivo, humano y con profundo sentido del bien en favor de los necesitados de justicia o menesterosos del régimen, que para el caso es lo mismo.
Treta que como en todos los casos anteriores sólo confirman el pésimo nivel moral, intelectual y de nulo estadista, que tiene quien pese a todo se esmera en conformar al pueblo de México en una masa descerebrada, autómata y que de rodillas, agradezcan a un ser superior por haberlos dotado de un mandamás quien lo único que ha demostrado hacer bien, es reír para sus adentros por el mal que propicia de forma perversa a sus mal gobernados.
Así en el México de hoy no tenemos presidente, pero si gozamos de un gran embustero, falso, falaz, deshonesto, desleal, hipócrita, trapacero, traidor, mendaz, pérfido, trolero…
Vale…