El TEPJF perdona pasado criminal de Yoshio y Granda
No hay un canal entre quienes generan ciencia y toman las decisiones.
De todas las alertas tempranas que tiene el país –ubicado en una zona sísmica, volcánica
y de frecuentes huracanes–, son las volcánicas y de tornados las menos desarrolladas,
es decir que, si don Goyo despierta con una gran erupción, apenas y tendremos tiempo
de correr, no obstante a que los vulcanólogos de la UNAM mantienen un constante
monitoreo del coloso que nos indica la peligrosidad de sus erupciones.
Empero es imperioso de desarrollar más y mejores protocolos para las emergencias y que
no nos tomen por sorpresa y causen mayores víctimas fatales, en el momento en que nos
azoten huracanes, sismos o erupciones volcánicas
En dicho sentido, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) marca la pauta
en el país en el estudio, diseño, operación y desarrollo de muchos de los sistemas de
alertamiento temprano, mismo que han salvado vidas. Entre otros y de mayor relevancia
están la Red de Banda Ancha del Servicio Sismológico Nacional y el Sistema de Alerta
Temprana ante ciclones tropicales, empero y dada nuestra ubicación geográfica las
asechanzas son mayores y aún nos falta mucho por desarrollar.
Recientemente en el seno de la UNAM se desarrolló un foro al respecto donde se explicó
que es necesario crear programas integrales que cuenten con todos los recursos
económicos necesarios, pues y como ejemplo, la labor de estudio de la actividad
volcánica en el país “no servirá de nada” si no está acompañada de estrategias de diálogo
y acercamiento con las comunidades que viven en las zonas de mayor riesgo, muchas de
las cuales a veces desconfían del trabajo de los investigadores.
En el denominado Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, Jesús
Manuel Macías, académico del Centro de Investigación y Estudios Superiores en
Antropología Social, destacó que antes del sismo de 1985 prácticamente no había
trabajos de prevención y fue hasta 2000 que se formaron grupos especializados.
Para el académico la labor de monitoreo de los volcanes activos en México –que por
cierto realiza la UNAM, a través del Cenapred– tiene mucho que ver con el equipamiento
tecnológico en manos de las instituciones. Así uno de los aspectos cruciales es saber
trasmitir los datos obtenidos a las comunidades: “si las personas -y especialmente
quienes habitan cerca de un volcán- no son bien informadas de posibles riesgos y no
tienen una reacción adecuada, “todo el trabajo de pronóstico no sirve para nada”,
En dicho foro participó también, Enrique Guevara, titular del Centro Nacional de
Prevención de Desastres (Cenapred), quien afirmó que México promueve la
implementación de un Sistema Nacional de Alerta, el cual debe detectar “amenazas
múltiples”, integrar los datos en una sola plataforma y garantizar que esa información
llegue de manera adecuada a la gente.
Doy espacio en mi artículo a los especialistas pues ellos han estudiado durante años los
diversos desastres a los que podemos estar expuestos, y que los fenómenos naturales no
se conviertan en desastres naturales.
De esta manera sabremos la opinión de Lucía Capra, directora del Instituto de
Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla, quien resaltó que en los últimos 20 años se
ha avanzado mucho en la red de investigación de vulcanología, pese a que estos colosos
“siempre nos sorprenden” y las erupciones siguen causando grandes tragedias, por lo que
es urgente diseñar protocolos adecuados de gestión de riesgos.
Otro especialista, el geofísico estadunidense Andrew Best Lockhart lamentó que muchas
comunidades obstruyen los trabajos de los expertos en el estudio de volcanes, por
desconfiar de sus intenciones.
La degradación de la naturaleza, la escasez de agua, la desigualdad económica, la
aparición de nuevas pandemias, el crecimiento de la población, los fenómenos climáticos
extremos, son ejemplos de problemas que deberá encarar la humanidad en el futuro, pero
sin la ayuda de la información generada por la ciencia serán mucho más complejos.
Sobre el tema y en entrevista, la bióloga Julia Carabias, consideró que
Debe existir un canal entre quienes generan la ciencia y quienes toman las decisiones.
Desafortunadamente ese canal no existe en nuestro país; estuvo dibujado, pero ahora
está roto, y un ejemplo preocupante es lo que ha ocurrido con la eliminación del Instituto
Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), del Instituto Mexicano de Tecnología
del Agua (IMTA) y el riesgo de desaparición de la Comisión Nacional para el
Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que eran instituciones de interfaz entre
las instituciones académicas y los constructores de políticas públicas”.