Entre renuncias, rumbo al 2018/Reyes Galindo

El pasado sábado, Agustín Basave, Dirigente Nacional del PRD, hizo oficial el anuncio de que abandona dicho cargo el próximo 2 de julio, algo así como la amenaza que lanzó en enero de este mismo año. Algunos expertos opinan que el Sol Azteca entra a una nueva crisis, la peor en la historia del partido, previendo incluso su etapa de extinción y, al respecto, exponen diversos argumentos que pudieron motivar el ocaso.

Por ejemplo, la salida de sus filas de personajes de gran peso para la izquierda mexicana, entre ellos, el propio Cuauhtémoc Cárdenas, quien dice nunca haber entendido qué era eso de “líder moral del PRD”; la renuncia de Carlos Navarrete a la Dirigencia del CEN; más lejano en el tiempo, pero vigente en la memoria, la participación de José Luis Abarca, expresidente municipal perredista de Iguala, en la desaparición forzada de 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa; los “pleitos” de intereses y reparto de cuotas entre las tribus y facciones; y, por supuesto,el escenario de disputa ideológica y política por el proyecto de izquierda nacional irreconciliable con MORENA y su dueño, Andrés Manuel López Obrador.

Con la salida del académico y diplomático mexicano, el regiomontano AgustínBasave, que desde mi punto de vista no es lo más relevante, pues hay cosas de fondo más delicadas, el PRD pierde terreno y posibilidades en el camino al 2018. Y es que, si no entra a una dinámica de cambio real en sus reglas y acuerdos entre sus corrientes y sus principales líderes, no tendrá condiciones ni opción alguna para resurgir ante su adversario número uno, el tabasqueño López Obrador y su oferta radical. En fin, estaremos pendientes de las decisiones y novedades que surjan de aquí y hasta el término del plazo perentorio que el mismo Basave dictó.

Dos días después, en el Salón “Alfonso Reyes”, de la sede priista y ante la Comisión Política Permanente, el exgobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, presentó su renuncia a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, la que dijo, responde al balance de los resultados electorales del pasado 5 de junio y para permitir que una nueva dirección encabece las transformaciones del Revolucionario Institucional; insistiendo en que es ésta su contribución inmediata al debate que propone y que será definitorio.

Evidentemente, en consecuencia a la derrota electoral en 7 de los 12 estados que disputaron gubernaturas, dada la supuesta falta de voluntad cupular para realizar “ajustes profundos”, enjuiciar a gobernadores corruptos y tomar decisiones costosas políticamente y que contribuyeron a la pérdida, como se advertía, fueron la llave que abrieron la puerta de salida; y la decisión de Beltrones, que era un secreto a voces, mientras que a otros, dicen, sorprendió, deja algunas lecciones, como lo sugiere el periodista Ricardo Alemán, y que propongo reflexionar:

Con congruencia y dignidad, el demócrata Beltrones, escuchó y entendió el mensaje de los ciudadanos que votaron por la gobernanza pluripartidista porque repudian y castigan a los malos gobernantes; que la derrota no perdona; y que el PRI tiene que cambiar, porque si no, los cambian.

El expresidente de las Cámaras de Diputados y Senadores, cede a las buenas propuestas de cambio y es sensible a las fallas del PRI, particularmente en el palomeo y designación de candidatos y dirigentes.

Beltrones, el político y economista, con servicio y disciplina, propone una reingeniería de la vida interna del partido, para modernizar lo que ya no sirve ni responde a las exigencias del electorado y el ejercicio democrático; para dar paso a lo que dijo, debe ser “más funcional, mejor articulado y más abierto”, proponiendo la educación política y la formación de cuadros para recuperar la confianza de los demás.

Manlio se va, pero no se va. Al tiempo. Y en el camino al 2018, puede regresar con un proyecto-timón que enderece el barco.

Y finalmente, pues que los panistas no se confíen, sería un grave error. El Presidente Nacional, Ricardo Anaya, tiene grandes retos a la vista; el más importante, seleccionar de manera ordenada y sin divisiones a su candidato o candidata a la Presidencia de la República. Hay que ver cómo le hacen, esto no se acaba hasta que se acaba.

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