Optaron por la huelga

¿Hace falta el síndico?

En diciembre del año pasado el sindicato de los trabajadores municipales estuvo a punto de iniciar una huelga reclamando el pago de los aguinaldos y fondo de ahorro. Apenas diez minutos de colocar las banderas rojinegras la administración inició el pago.

Dicho logro fue festejado de manera conjunta por la dirigencia sindical, la alcaldesa Itzé Camacho y por supuesto los trabajadores. En el patio central se auto-felicitaron y prometieron trabajar de la mano y mantener los ánimos de buen entendimiento.

Pero ese mismo día por la tarde el síndico municipal, Miguel Ángel Peraldí, desde luego en su calidad de representante legal de la administración, recibió del Tribunal Laboral la notificación de que en caso de que el sindicato entrara en huelga, el movimiento sería de “Puertas Abiertas”.

Es decir, que debían permanecer abiertas y en servicio las oficinas administrativas.

Incluso, se dijo entonces que la suspensión de los servicios públicos sería de manera parcial. La administración podía contratar por otra vía la recolección de basura por dos cuestiones fundamentales: Una, que la sociedad no tiene culpa alguna de las desavenencias entre gobierno y sindicato. Y dos: que la acumulación de basura en las calles más que un servicio, es una emergencia por los altos riesgos de afectar la salud de las personas.

La diferencia es que ahora no solo estaremos en abril y no en diciembre. La realidad es que el síndico hoy está prácticamente fuera de servicio por los desencuentros con la presidenta municipal.

Es decir, que la autoridad no cuenta hoy con la representación legal que ordena la ley y al no haber equipo de abogados con el debido poder, pues no hubo quien previniera menos daños en caso de una huelga que está bien advertido iniciará el próximo lunes. Se sabe cuándo inician estos movimientos, pero difícil saber cuándo concluyen.

Desde luego que una huelga de puertas abiertas abriría otros frentes de batalla. Se iría al drenaje el derecho pleno, los principios y la finalidad de una huelga, sencillamente no tendría sentido ese derecho constitucional. ¿Habrá sorpresas?

IMAGEN, REALIDAD Y CONSECUENCIAS   

La administración municipal está pasando por uno de los momentos más inciertos de su historia. Es decir, no solo en los seis meses de este gobierno, sino de los gobiernos que lo antecedieron.

 ¿Por qué lo digo? Porque se acumulan los desencuentros internos, por sus débiles finanzas, por la incapacidad de varios funcionarios para articular respuestas y desde luego, por que enfrenta dos amenazas de huelga a la vez, en la administración y en el sistema de agua potable-Capalac-.

En los asuntos laborales, el sindicato de Capalac ha concedido varias prórrogas desde enero por la revisión del contrato colectivo y advierte que se agotó la paciencia de los trabajadores y de no haber acuerdos el lunes suspenderán el servicio.

En el caso de los trabajadores municipales, de manera contundente rechazaron la oferta del tres por ciento de aumento directo al salario. En ambos casos se trata de revisiones de sus condiciones de trabajo, pero el aumento salarial es el más importante.   

La versión del sindicato es que la presidenta municipal no tuvo tacto para atender con diligencia la revisión del contrato.

Antes y después de las pláticas conciliatorias la dirigencia sindical hizo públicas quejas por la poca experiencia y capacidad de la Oficial Mayor y del Tesorero Municipal como principales en los recursos humanos y trato con los trabajadores.

No ha habido pues disposición ni tacto para mantener una cordial relación entre sindicato y patrón.

“El saberse funcionarios públicos les gana la soberbia y falta de humildad para tratar a los trabajadores y lo mismo vino ocurriendo durante las negociaciones al grado que la Oficial era incómoda hasta para la misma presidenta municipal, pero eso no lo dicen, pero sí lo aceptan”, dice el líder de los sindicalizados.

De ser esto cierto pues que no le extrañe a nadie el distanciamiento entre las partes, cuando debiera ser lo contrario si se buscan buenos resultados para las tres partes, la administración, los trabajadores y los ciudadanos.

Pero aún hay tiempo de enderezar el barco si las partes que tienen la responsabilidad así lo aceptan.

Solo ambos deben cuidar no romper la liga porque el chicotazo será muy doloroso para todos.

Que la autoridad mejore la oferta hasta donde más pueda, y que el sindicato acepte reacomodar logros con el ánimo de que se reflejen en el bolsillo de sus agremiados.

Romper el ya débil asiento financiero del gobierno a nadie le conviene. Yo le apuesto a que puedan alcanzar un buen arreglo, pero hay que cambiar la soberbia actitud de quien así la tenga porque ahí estaría la falla principal.

Agrego que de haber suspensión de labores como fue acordado por los sindicalizados, se agudizará la endeble institucionalidad en la administración y de ahí al vacío solo será un empujoncito. HASTA LA VISTA