¿Y el Sistema Anticorrupción?

Armando Ríos Ruiz

Durante años, se nos ha repetido que México emergió de una revolución para transformarse en el gigante que es, gracias a la sangre derramada por nuestros antepasados. Cuando revisamos, encontramos que surgió de la avaricia, de la mezquindad, de la trampa y de otras actitudes fecundadas con esa sangre.

Dichos procederes crecieron a tal grado, que los puestos políticos se persiguen, no para ayudar, para ponerlos al servicio de los necesitados y del progreso, sino para servirse de ellos y para servir a los familiares y amigos cercanos.

La corrupción ha crecido a linderos nunca sospechados. Hoy avergüenza a los mexicanos porque, además de vivirla peor cada día, nos desnuda ante nosotros mismos y ante los ojos del mundo.

En los países civilizados existe el concepto de inferioridad para los que incurren en prácticas corruptas. En las doctrinas de moral, esa práctica se condena severamente. En los lugares en donde se practica, se defiende con todo, porque es la mejor forma de amasar incalculables fortunas en tiempo récord.

En otros países nos compadecen y hasta se prohíben los viajes a nuestro suelo. Aquí, se prohíjan y aconsejan desde el seno familiar y desde nuestra infancia, frases como “el que no transa no avanza”.

Transparencia Internacional denominó apenas, a México, el país más corrupto de América. Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) advirtió que 2017 fue el año más violento en nuestro país. Calificativos nada alentadores que hoy, gracias a la tecnología, se conocen en otras latitudes de manera inmediata.

Y mientras las actitudes corruptas continúan como si se tratara de una virtud, el Sistema Nacional Anticorrupción puede continuar con todos los pendientes, principalmente el nombramiento de fiscal, que se ha aplazado sistemáticamente porque no ha sido posible encontrar al amigo que se comprometa a velar por la seguridad de los que este año se separarán de su cargo, seguramente con angustia por su futuro.

O más bien, ha sido imposible imponer a quien se comprometa con su bienhechor, porque no es fácil encontrar uno que convenza a todas las tendencias en el Senado, debido a la sobrada sospecha de que el deseo es elegir a quien se dedique a repartir ayuda o a cubrir espaldas.

Algunos urgen el nombramiento de Fiscal, toda vez que el Sistema Nacional Anticorrupción tuvo que iniciar funciones sin cabeza, debido a que el “Sistema” no ha dado con el hombre que sea absolutamente leal a sus integrantes, con quienes debe comprometerse a perseguir la inmoralidad que  viene, no la de quienes defraudaron a México este sexenio.

Para nuestra sociedad, harta de políticos corruptos, será un triunfo la constitución del Sistema Nacional Anticorrupción, que jamás ha existido. Desgraciadamente, cuando se habla del tema, se presentan severas resistencias en el Senado, de los partidos Revolucionario Institucional y del Verde Ecologista

Juan Pardiñas,  director del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), propone que mientras no se nombra al responsable de la Fiscalía, asuma ese papel el procurador general de la República, Raúl Cervantes. Es quien ocupa su lugar y además debe concretar antes, la transición de la PGR a la Fiscalía General.

La Fiscalía Anticorrupción, nombrada por el Fiscal General, tiene que ser autónoma de la PGR, autónoma financieramente, lo mismo que técnicamente. Debe crear su propia inteligencia financiera, como dice Pardiñas. Así tendrá capacidad para convertirse en el freno de todas las instituciones públicas. ¿Por qué no hacerle caso?

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