He observado con atención, un poco con sorpresa, pero con mucha molestia, la actitud de comentaristas de medios, de otros que se presentan como informadores, y de políticos de oposición al gobierno, la actitud destructiva, poco solidaria y de rechazo a las medidas que la administración federal viene implementando para enfrentar la crisis generada por la pandemia del Coronavirus, en materia de salud.

La crítica es siempre válida, sobre todo en un régimen democrático, pero la crítica constructiva y no la destructiva como la que observamos de parte de algunos actores que pareciera que le apuestan a que las cosas se le compliquen al gobierno, y como consecuencia al país, en su intento por demostrar que la administración de López Obrador actúa deficientemente.

Afirmo que las políticas en materia de salud que se vienen implementando para acotar los efectos del Coronavirus son correctas, sin dejar de reconocer que en momentos ha habido titubeos, pero no mala fe o falta de profesionalismo; se enfrenta una situación inédita. Las autoridades de Salud han buscado propiciar que el impacto del contagio se dé de una manera suave y paulatina, para atenuar los efectos y los picos en la demanda de los servicios médicos, que todos reconocemos son insuficientes; no solo en México sino en el mundo.

En su esfuerzo por anticiparse a escenarios más graves han trabajado entre otras acciones, en la formulación de un Código de Ética Médica, que dieron a conocer por presiones y demanda social. El mismo establece en alguno de sus preceptos, que si ante una situación de emergencia y escasez de equipos y suministros para atender la enfermedad, se debe dar prioridad a salvar la vida de un joven sobre la de un adulto mayor. 

Ese señalamiento ha motivado el casi linchamiento de López Obrador y de su gabinete de Salud por parte de esos disque informadores, analistas y opositores, que en realidad actúan como agoreros del desastre y sembradores de odio. Al respecto, cabe peguntarse: ¿Qué harían esos críticos ante la disyuntiva de salvar la vida propia o la de un hijo? Que cada quién que emita su propia respuesta.

Por otro lado observamos que algunos tristemente célebres conductores de programas noticiosos de cadenas de radio y televisón, como Fórmula, Azteca, Televisa e Imagen, y varios gobernadores, se han dedicado a descalificar, velada o abiertamente, la eficiencia, profesionalismo, veracidad y buena fe del vocero presidencial en materia sanitaria, el médico Hugo López Gatel. En democracia  la crítica es, no solo valida sino necesaria, pero la crítica constructiva que contribuya a fortalecer opciones, no a destruirlas o minimizarlas. 

El manejo de la situación sanitaria en el tema del Coronavirus que viene haciendo el Gobierno de la República es eficiente; ha logrado hasta ahora diferir su impacto en el tiempo y en el espacio. Está dando, y dará previsiblemente en los meses que vienen, la posibilidad de reducir los efectos de la pandemia entre la población.

Lo anterior simplemente porque se está aprovechando el conocimiento sobre el virus y la forma de enfrenarlo a partir de la experiencia y la investigación que se viene haciendo en todo el mundo sobre su comportamiento. En este sentido, se cuenta cada día que pasa con más información y mejores conocimientos para enfrentarlo y proteger a la población.

Aunque suene a eslogan, resulta necesario recordar a los críticos del gobierno y de la conducción que el mismo viene haciendo para contrarrestar la pandemia, que son tiempos de unidad y solidaridad. El enemigo, que es el Covit-19, no el Presidente de la República y su gabinete de Salud.